Ella es activista, empresaria, filántropa, por esta razón ocupa el sexto lugar entre las mujeres más poderosas del mundo, según Forbes. Desde hace 19 años es la copresidenta de la fundación Bill y Melinda Gates. Además de ser la esposa del fundador de Microsoft.
La firma ha donado 36 mil millones de dólares en acciones para apoyar causas sociales como la salud, educación, equidad de género, pero sobre todo, la defensa de los derechos humanos, convirtiéndose así en la líder mundial de este tipo de aportaciones.
Dos razones impulsaron a la pareja a crear la fundación, una de ellas, cuando en 1993 hicieron su primer viaje juntos, África fue el destino.
Melinda, entonces de 29 años, se dio cuenta que muchas personas no tenían las mismas oportunidades de vida que ellos: “no era justo que tuviéramos tanta riqueza, cuando miles de millones de personas tienen tan poco”, se lee en una de las cartas de la fundación.
Y la segunda razón se presentó en ese mismo año, durante su despedida de solteros, cuando la madre de su esposo, Mary Gates, sentenció:
“De aquellos que han recibido mucho, mucho se espera”.
En 2006 ganó el Premio Príncipe de Asturias de Cooperación Internacional por su contribución a la salud de la humanidad, y aportación de fondos para erradicar enfermedades como la malaria y el Sida.
Hoy Melinda tiene 55 años de edad, y 25 de ellos ha estado casada con Bill, de 63, quien se ha mantenido en los primeros lugares de los hombres más ricos del mundo, con una fortuna equivalente a 107 mil millones de dólares.
Es madre de tres hijos: la mayor, Jennifer, de 23 años; Rory, de 20; y Phoebe, de 17 años.
A ellos, afirma, no quiere dejarles dinero, sino un legado moral.
¡Qué afortunada ironía… y combinación!, una de las mujeres con mayor poder adquisitivo, y cuya verdadera satisfacción es: ayudar.