Si no hay alguna decisión gubernamental que lamentar en materia económica en lo que resta del año, la suerte de la economía mexicana depende básicamente de lo que ocurra en el contexto internacional.
Algunos asuntos son más cercanos que otros, pero son básicamente temas comerciales los que tienen hoy en vilo al mundo entero.
Dentro de nuestras fronteras, estamos en pleno trámite legislativo para la aprobación del paquete económico para el 2020. No se espera ninguna sorpresa en este proceso y las bancadas del presidente en las Cámaras de Diputados y de Senadores no harán otra cosa que lo que marque la casa presidencial.
Si vemos que al final diputados o senadores le cambian una coma al paquete económico, podemos estar seguros que es con el visto bueno del presidente Andrés Manuel López Obrador. Y lo que quiere el primer morenista del país ya lo conocemos.
Claro que no hay que olvidar que se han tomado decisiones que son lastres para la economía, como la cancelación de la construcción del aeropuerto en Texcoco, la marginación de los particulares en los negocios petroleros, la cancelación de contratos energéticos, recortes al gasto en temas estratégicos. En fin, no se pueden descartar otras pifias similares.
Pero lo que hace que hoy los pronósticos económicos del mundo entero tiren haca abajo son los diferentes conflictos geopolíticos.
La guerra comercial entre China y Estados Unidos ya tiene hoy consecuencias económicas importantes. Por supuesto para los dos protagonistas, pero para el mundo entero.
Lo peor de este conflicto es que no habrá ganadores. Tanto China y los países que de ella dependen, como Estados Unidos y su entorno, habrán de sufrir las consecuencias, cada día mayores.
Además de esto, hay una mecha encendida y parece que no le ponemos ya tanta atención. Pero si llega el 31 de octubre y no hay un acuerdo entre la Unión Europea y la Gran Bretaña, se dará un divorcio político-comercial por las bravas que va a sacudir al mundo entero.
Hasta hoy, que faltan menos de 40 días, no se ve que pudieran conseguir al menos una prórroga para suavizar la inevitable salida británica del bloque.
Hay otro tema tan cercano como la ratificación pendiente del acuerdo comercial entre México, Estados Unidos y Canadá, ese que llamamos T-MEC. La ventana de oportunidad es de dos meses, antes de que el proceso electoral estadounidense la elimine por completo.
Es muy importante que la relación comercial norteamericana se regularice con la aprobación de este acuerdo, independientemente de vivir con la constante amenaza arancelaria de Donald Trump cada vez que se le ocurre.
Y claro, nadie sabe si el conflicto entre Arabia Saudita, Estados Unidos e Irán podría escalar hasta niveles de una guerra en el Golfo Pérsico, con todo lo que esto implicaría para la economía global.
En fin, que no pinta sencillo el final del año para el futuro económico del mundo entero. Quizá podríamos empezar en México por tratar de preservar el sentido común y no afectar más la alicaída confianza.