Conducta propia de la Edad Media eso de apelar al milagro antes que a la razón, el Club Deportivo Guadalajara quiso ilusionarse con calificar a la liguilla sin estructura alguna para conseguirlo, con más fe que ciencia.
Si no se tiene uno de los ocho mejores planteles del torneo, si no se cuenta con uno de los ocho directores técnicos más reputados, si no se dispone de una de las ocho mejores estructuras directivas en términos de experiencia o resultados, si a ese se añade que no se contrata a los mejores mexicanos como antídoto contra los cuadros multinacionales que los rivales pueden confeccionar, entonces luce obvio el desenlace de la historia: alejarse paulatinamente de los ocho primeros lugares.
El drama de volver a quedarse sin fase final no ha empezado en este certamen, ni siquiera con la llegada del muy criticado Tomás Boy. Esto comenzó con un debilitamiento progresivo de las Chivas multicampeonas de Matías Almeyda. Decisiones insensatas, balazos recurrentes al propio pie y la falta de certeza como constante. Porque dejar de clasificar a una liguilla resulta grave para un grande; dejar de estar en cinco consecutivas, como parece que será, es síntoma clarísimo de ineficiencia.
Boy no tenía que haber llegado al timón del Rebaño, como después de su incomprensible bomberazo no tenía que haberse quedado, como Alberto Coyote no tenía que haber sido expuesto como se hizo en su breve interinato, como con Pepe Cardozo nada se efectuó bien. Y eso sin entrar a los numerosos casos de las altas y bajas sin explicación –incluir en el listado de incongruencias que José Juan Macías, la mayor perla generada en casa desde Carlos Vela y Javier “Chicharito” Hernández, haya sido cedido cuando lo que falta endémicamente es gol.
El Chiverío viajará al Clásico como víctima y con más ganas de salvar la temporada venciendo al acérrimo rival, que de meterse a donde está obligado a meterse, que es como mínimo indiscutible la liguilla. Al tiempo, el tema del descenso se diluye por la existencia de un ángel guardián en Veracruz, en donde hay un tiburón ciego, la chiva tuerta juega a ser rey. De otra forma, no habría más opción que pagar la indemnización por quedarse en esta primera división que se ha hecho de permanencia voluntaria y monetaria.
Contra el América en búsqueda de un milagro. Y, ya se ve, cuando se depende más de los milagros que de la calidad, resulta difícil ser optimistas.
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