A través de redes sociales, un joven venezolano narró su experiencia al ser retenido en el Aeropuerto de Cancún, en Quintana Roo, cuando viajaba de vacaciones por primera vez a México.
El joven de 23 años, quien se identificó como Carlos Sánchez y dijo llevar dos años como residente en Chile, explicó que al llegar a migración en la terminal aérea, tuvo que pasar por una entrevista y pese a tener todos sus documentos y responder las preguntas que se le formularon, no se le permitió la entrada al país.
Carlos fue llevado a una sala de espera, mientras esperaba entrar a una segunda entrevista; sin embargo, un funcionario que no portaba identificación le pidió dejar sus pertenencias en una bolsa negra, además de desvestirse y poner su ropa en la misma bolsa.
“Quedo un poco dudoso, porque ¿por qué motivo me van a quitar la ropa? No entendí esa parte muy bien. Ok, lo hago, por cuestiones de seguridad, me imaginé que era, las leyes de cada país”.
Contó que fue llevado por un pasillo blanco y se le indicó que entrara en una habitación, en el lugar se encontraban alrededor de 70 personas, también venezolanos.
“Y las personas me ven y me dicen ‘oye ¿qué hora es? ¿qué día es? ¿eres venezolano?’… de pronto veo a niños, eran 10 niños, que los tenían en interiores”.
Afirmó que ninguna de las personas que se encontraban en retenidas en el sitio sabían la razón de que estuvieran ahí o lo que ocurría, o la existencia de otra etapa en el proceso.
Mencionó que durante su estancia en el lugar, escuchó testimonios de los otros retenidos, hasta que el hombre que lo había llevado ahí regresó.
“Vuelve este chico y dice ‘¿quieren seguir pasando trabajo, necesidad? En Venezuela no hay una crisis, en Venezuela no hay hambre, en Venezuela hay comida, medicamentos’. Y ahí yo ya estaba racionando que era parte de la dictadura que vivimos”.
Carlos recordó haberle respondido que conocía sus derechos como migrante, y solicitó hacer una llamada a un abogado de su embajada, comunicarse con su familia y contarles la situación que estaba pasando.
Dijo haber cuestionado el porqué se mantenía a los niños en esas condiciones y pedir agua y comida para ellos, vestimenta, sin ser escuchado. Luego de ello aseguró que los aires acondicionados de la habitación se encendieron y pudieron sentir aire frío, en lo que consideró sería su nivel máximo.
“Había colchonetas, con los peores olores, olía demasiado. Era un sitio que no estaba en las condiciones para tener a personas en un procedimiento. Los baños daban asco”.
Mencionó que comenzó a cuestionarse si había sido considerado como un delincuente, si había fallado en algo, entre otras cosas.
Añadió que pidió ser deportado, pero no a Venezuela, pues él llevaba dos años como residente en Chile y en sus pertenencias se encontraba su identificación.
“El chico me ve, me dice, me vuelve a sacar al pasillo ‘¿cómo que eres residente chileno?’. No me creían”.
Carlos explicó que cuando los funcionarios vieron su cédula la revisaron en múltiples ocasiones, lo reingresaron en la habitación y notó un alboroto.
“Me vuelven a sacar al pasillo y me dicen ‘Mira, vamos a hacer una cosa, te vamos a regresar a Santiago de Chile, y la única condición que debes aceptar es que nunca viste nada de los que viste, nunca hemos hablado nada de lo que escuchaste. Y la otra condición es que si tú llegas a hablar, vamos a poner en tu pasaporte una alerta migratoria para que no te dejen ingresar’ en no sé cuántos países”.
Agregó que de no aceptar, fue amenazado con ser devuelto a la habitación, la cual dijo ser una zona de tortura, “un sitio que hasta ahora estoy psicológicamente enfermo, siento miedo, no quiero salir del lugar donde estoy, me da miedo todo en este momento”.
Asimismo, fue obligado a firmar una hoja tapada, impidiendo que pudiera leer el contenido y se le explicó que abordaría un avión de Avianca, que haría una escala en Lima y seguiría asesorado hasta ser llevado a Santiago de Chile.
Afirmó que no le fueron devueltos sus documentos, sólo su cédula, le fue devuelta su mochila, en la cual faltaban artículos personales y dinero.
“Subí al avión con mucho miedo, porque en ese momento de camino hacía el avión me decían ‘¿Sabías que si dices algo, el avión se puede desaparecer? En cualquier parte del mundo estamos y puedes desaparecer'”.
Contó que al subir al avión comenzó a temblar, por lo que la tripulación se aproximó para saber lo ocurrido, a lo cual se negó.
“Una chica, recuerdo la chica, creo que era chilena, estoy seguro de que era chilena, ella me dice ‘calma, tranquilízate, todo va a estar bien’. No sé si le informaron, no sé'”.
Carlos añadió que el mismo funcionario se colocó enfrente de él y aún sin identificarse, le dijo que contaba con todos los requisitos, pero que no podía entrar a México, porque no cumplía con el perfil que se requería, fingiendo que era un recién llegado al cual se le rechazaba.
A su llegada a Santiago de Chile, dijo ser llevado a PDI, donde explicó todo lo sucedido y se levantó un informe.
Carlos mostró su pasaporte, el cual sólo tiene registradas su salida y entrada a Chile, con fechas del 25 y 27 de septiembre pasado, sin que exista evidencia de su llegada a México.
Explicó que no busca fama al contar su historia, sino que sigue preocupado por los niños que estaban retenidos, por la existencia de un área de tortura en el Aeropuerto de Cancún, por la evidente dictadura que se vive en Venezuela.
fahl