El primer ministro ruso, Dmitry Medvedev, comenzó el jueves una visita de dos días a Cuba, en una muestra del apoyo que su país está ofreciendo al gobierno de la isla ante la creciente hostilidad del presidente de Estados Unidos, Donald Trump.
Medvedev depositó una corona de flores en el monumento al héroe de la independencia, José Martí, en la Plaza de la Revolución de La Habana antes de reunirse con el presidente cubano, Miguel Díaz-Canel, y comenzar conversaciones oficiales.
Está previsto que el primer ministro ruso ofrezca una declaración a los medios más tarde el jueves.
Moscú ha renovado en años recientes sus lazos comerciales, militares y políticos con Cuba, como parte de una estrategia más amplia para expandir su presencia en América Latina, y contrarrestar el peso de China y Estados Unidos.
Rusia respalda a sus aliados de izquierda como Cuba, Venezuela y Nicaragua, países que la administración Trump describe como la “troika de la tiranía” en la región.
El respaldo de Moscú a La Habana es actualmente mucho que el que ofreció en su día la Unión Soviética, pero es bienvenido en un momento en que la economía de Cuba recibe menos ayuda de Venezuela y busca sortear las sanciones de Washington.
La visita de Medvedev muestra al gobierno de Trump que la isla caribeña es simbólicamente importante, y la de más alto perfil desde la del presidente Vladimir Putin en 2014.
“El simbolismo es que la estrategia de estrangulamiento económico de Estados Unidos fracasará porque Cuba puede recurrir a otro lugar en busca de apoyo, tal como lo hizo durante la Guerra Fría”, dijo William LeoGrande, profesor de la American University.
“Este es un mensaje para Estados Unidos, pero también para el pueblo cubano de que no debe desesperarse porque tiene otros amigos en el extranjero”, señaló.
Con un comercio bilateral desplomado tras el colapso de la Unión Soviética en 1991, los nexos entre Rusia y Cuba tuvieron un impulso una vez más en 2014 cuando Moscú perdonó el 90 por ciento de la deuda de la era soviética que era de 35.000 millones de dólares y comenzó a proporcionar financiamiento a compañías rusas para vender a la isla con problemas de liquidez.
Las exportaciones rusas a Cuba se duplicaron en 2017 hasta 414 millones de dólares y aumentaron ligeramente el pasado año a 440 millones, según datos oficiales.
Importaciones de cientos de automóviles y buses de Rusia, así como decenas de locomotoras han ayudado en parte a Cuba a enfrentar una crisis de transporte público.
“Rusia desconfía de volver a ser una entidad financiera, por lo que solo ofrecerá lo suficiente para apuntalar a Cuba mientras sea políticamente útil”, dijo Paul Hare, ex embajador británico en Cuba, y profesor en la Pardee School of Global Studies de la Universidad de Boston.
jhs