Nunca hay que dar por consolidada una democracia; siempre está en riesgo y hay que defenderla
Jesús Zambrano G.

 

Tras la renuncia de Medina Mora, por las razones que sean, los fallos de la Suprema Corte probablemente cambiarán de sentido. Los votos afines al presidente serán mayoría, por lo que toda acción de inconstitucionalidad contra maniobras del gobierno, o contra leyes mal hechas o injustas promovidas por este (p. ej. Ley de Extinción de Dominio), serán desechadas con facilidad. Es cuestión de tiempo, pues, para que los tres Poderes, de nuevo, sean controlados directa o indirectamente por el presidente; para que nadie le pueda decir “no”.

 

Por lo mismo, crece la importancia de la renovación de la Cámara de Diputados en 2021. México necesita un Congreso plural, no para bloquear todo, sino para servir de contrapeso mediático al Ejecutivo; aportar en la asignación del Presupuesto; y, en dado caso, detener o denunciar arbitrariedades institucionalmente. Que estas posibilidades vuelvan, sobre todo la última, es sano y urgente. Y para que esto ocurra, el Dr. Yascha Mounk ofrece cuatro lecciones sobre cómo la oposición puede hacer frente a una potencial regresión democrática.

 

En “El pueblo vs. la democracia: Por qué nuestra libertad está en peligro y cómo salvarla” (Harvard Press, 2018), Mounk comienza pidiendo unidad: “En prácticamente todos los casos en que los populistas han tomado el poder o han sido reelectos, las profundas divisiones entre (…) sus oponentes han jugado un papel vital”. Es decir, entre más dividido esté el voto opositor en 2021, peor para la democracia. Debemos ofrecer coaliciones legislativas amplias, mediáticas y atractivas.

 

La segunda se intenta, más o menos, pero no con la efectividad del presidente: “Hay una gran diferencia entre evitar las locuciones preferidas de las élites educadas, por un lado, y abandonar los valores de la democracia liberal, por el otro”. A lo que el profesor de Johns Hopkins se refiere es a que la oposición debe perder el miedo a comunicar como López Obrador, pero sin caer en sus vicios retóricos, que son, esencialmente, atacar a todo el que piensa distinto y mentir. Hablar con simpleza no es populismo; es lo mínimamente necesario para hacer política real.

 

La tercera lección pide “centrarse en un mensaje positivo en lugar de contar obsesivamente las fallas” del gobierno, ya que la oposición “tiene que presentar sus propias promesas realistas”. Dicho de otro modo, atacar por atacar es una actitud que la gente aborrece. Por lo que (como mencioné arriba) una agenda común de propuestas atractivas es indispensable, debido a que ofrecer solamente “ser contrapeso”, por más necesario y real que sea, tristemente no bastaría.

 

Y la cuarta es probablemente la más importante: “Los defensores de la democracia liberal no vencerán a los populistas mientras parezcan casados con el statu quo”. Se necesita que MC, PRI, PRD, y sobre todo el PAN, que es la segunda fuerza, rompan con sus demonios pasados para reconstruir algo de su credibilidad rumbo a 2021. ¿A qué nos referimos en el caso mexicano? A adoptar un discurso de reforma institucional, pero en términos distintos a los de MORENA; y a desproteger a los sectores cuestionables que hasta hoy estos partidos han favorecido (p. ej. empresarios corruptos, sindicatos, políticos impresentables, medios, etc.)

 

@AlonsoTamez

 

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