Tr: @TuFantasma
La defensa que hizo hace unos días el Presidente Andrés Manuel López Obrador -en una de sus mañaneras- del titular de la Comisión Federal de Electricidad (CFE), Manuel Bartlett, puede ser factor determinante en la caída de su popularidad.
Lo que no ha medido el artífice de la 4T, es que Bartlett tiene un pasado indefendible ligado directamente a lo que AMLO bautizó como “la mafia del poder”.
Bartlett, en el inconsciente colectivo, es culpable del fraude electoral que, en 1988, impidió a la izquierda asumir la Presidencia de la República.
Muchos de quienes lo vivieron, no olvidan que el hoy titular de la CFE fue jefe de José Antonio Zorrila, ex titular de lo que fuera la temible Dirección Federal de Seguridad.
Zorrilla fue encontrado culpable de ordenar el asesinato del prestigiado columnista Manuel Buendía, ocurrido en mayo de 1984, cuando su jefe era Manuel Bartlett, quien no fue investigado por el crimen.
El fin de semana, durante su visita a Puebla, la tierra de Manuel Bartlett, AMLO aseguró que en su gobierno “la corrupción está bajo control y no me preocupa, porque depende mucho del ejemplo que se da arriba”.
Sin embargo, no debe soslayar que su colaborador Bartlett es uno de los peores ejemplos de corrupción, pues fue exhibida su riqueza inmobiliaria y empresarial en un reportaje radiofónico, pero la ocultó en su declaración patrimonial.
Una información, por cierto, que ha desatado todo tipo de memes, burlas y críticas contra la 4T en las redes sociales.
¿Cómo pensar que Manuel Bartlett fue diferente a todos los dinosaurios que lo rodearon durante su militancia priista?
Pero AMLO, en plena mañanera del 11 de septiembre, dijo que Bartlett le ayuda a “limpiar la corrupción” de la CFE y que sus adversarios políticos quieren “confundir y enrarecer el ambiente”.
El trabajo periodístico de la reportera Areli Quintero, documenta que Bartlett sólo reportó una fortuna de 51 mdp, pero en realidad posee 25 bienes inmuebles por más de 800 mdp y es accionista en dos empresas, todo en contubernio con familiares.
La investigación detalla cómo el ex priista se fue haciendo de propiedades en las zonas más exclusivas de la capital y las distribuyó entre sus familiares para ocultarlas.
Lo que no puede perder de vista AMLO es que su popularidad, credibilidad y arraigo residen, sobre todas las cosas, en la coraza de honestidad e incorruptibilidad que se ha construido.
Un blindaje a prueba de corrupción que no ha podido ser vulnerado, pero que se desgasta, inexorablemente, al intentar arropar con ella a uno de los personajes más oscuros de la política nacional.
El papel de AMLO no es defender a ultranza subordinados, mucho menos si su gabinete ostenta integrantes de un pasado negro, como Manuel Bartlett.
La alianza electoral AMLO – Bartlett empieza a pasarle facturas a la imagen del Jefe del Ejecutivo federal y, tarde o temprano, se puede convertir en un auténtico lastre para la 4T y su creador. Al tiempo.