Me encantan las historias en donde las niñas y mujeres somos las protagonistas o heroínas porque, como sucede en la vida real, poseemos habilidades mágicas y súper poderes que nos hacen especiales y brillar con luz propia; tenemos una enorme capacidad e inteligencia, un noble corazón, una inimaginable fuerza de lucha, y firmeza de decisión para defender lo que queremos ser y hacer en nuestra vida.
En el Día Internacional de la Niña (11 de octubre), quiero dedicar a las pequeñas de nuestra ciudad y país, este cuento para que sepan cuidarse, y a sus seres queridos también, al usar Internet.
Había una vez una niña que se llamaba Sara, vivía en la Ciudad de México, disfrutaba ir a la escuela y pasar el tiempo con sus amigos, era muy inquieta y le gustaba mucho aprender.
Un día lluvioso, se quedó en casa y se puso a navegar en el ciberespacio como le habían enseñado sus padres y su hermana, pues encontraba mucha información útil para sus tareas y además, tenía permiso para participar en algunos juegos en línea.
Ese día, mientras Sara jugaba en la red se encontró a un personaje que decía identificarse como “X”, aunque le pareció un nombre sumamente extraño, empezaron a conversar y él le platicó que casi no tenía amigos, pues era tímido y prefería conocerlos por Internet.
Sara pensó que “X”, si bien no tenía rostro, parecía buena persona. Siguieron charlando y “X” le dijo a Sara que le caía muy bien como si ya la conociera, incluso comenzó a llamarla “amiga”, le expresó que quería saber más de ella y hasta un regalo le ofreció, pero le comentó para poder conocerla y dárselo necesitaba su domicilio y su fotografía.
Sara le respondió a “X” que consultaría con sus padres si podía invitarlo a su casa, para presentárselos, pero él le suplicó que no les contara sobre su amistad, porque se enojarían con ella, que era mejor mantenerla en secreto.
En ese momento Sara, que era muy lista, tuvo una sensación de peligro, un llamado de su interior, esa alerta a manera de retortijón en el estómago que las niñas y los niños saben distinguir y pensó “esto no me huele bien”.
Sara nunca había visto a “X”, acababa de escribirse con él y hasta un regalo le quería dar. Sus amistades no eran secretas, su familia siempre sabían quiénes eran y recordó las recomendaciones que le habían dado sobre no hablar con extraños y no compartir información, también trajo a su memoria, los consejos que vio en la cuenta de Twitter del INFO de la Ciudad, sobre cómo proteger su información personal.
Sara avisó a sus padres y a su hermana sobre la situación, quienes al darse cuenta de la conversación denunciaron la página y se desconectaron. Fue una niña muy inteligente porque se dio cuenta de que “X” no era real, pues no podía saber si era quien decía ser.
Colorín colorado este artículo se ha acabado.
*Comisionada Ciudadana del Instituto de Transparencia de la Ciudad de México.
Twitter: @navysanmartin