La policía ecuatoriana se enfrentó a manifestantes que les lanzaron proyectiles caseros en el centro de Quito, convulsionado de nuevo a pesar del toque de queda impuesto por el presidente Lenin Moreno, que intentaba calmar las protestas contra sus planes austeridad.
Lugares de la ciudad de casi 3 millones de personas parecían una zona de guerra, con vehículos militares blindados y sonidos de explosiones. En el centro histórico, manifestantes se refugiaban tras barricadas en medio de nubes de gas lacrimógeno, según testigos de Reuters.
Los ecuatorianos publicaban en las redes sociales algunos videos mostrando bloqueos de calles con quema de objetos y enfrentamientos entre multitudes y fuerzas de seguridad en el centro de Quito, que amenazaban con impedir una primera ronda de conversaciones destinada a terminar con 11 días de disturbios.
La ronda inicial de diálogo entre el gobierno y los líderes de protesta se retrasó tres horas debido a “dificultades operativas”, dijo Naciones Unidas en Ecuador, uno de los mediadores.
Los incidentes han sido los peores en el pequeño país sudamericano en más de una década y la más reciente ola de oposición a las políticas del Fondo Monetario Internacional en Latinoamérica.
Moreno firmó un acuerdo de 4.200 millones de dólares con el FMI este año, enfureciendo a muchos de los que lo votaron como sucesor del izquierdista Rafael Correa.
El presidente ha defendido su decisión la semana pasada de recortar los subsidios a los combustibles como una parte clave de su plan para sanear las cuentas del país, y ha negado que haya sido una exigencia del FMI.
Los disturbios comenzaron primero con protestas encabezadas por los camioneros. Desde entonces, los manifestantes indígenas han tomado la iniciativa, pero dicen que extremistas ajenos han tratado de instigar enfrentamientos y han criticado al gobierno por lo que califican como una represión desproporcionada.
CRÍTICAS A FUERZAS DE SEGURIDAD
Moreno, que trasladó el gobierno a Guayaquil a principios de esta semana, ordenó el sábado un toque de queda en Quito y los valles circundantes e instruyó a los militares para que usen la fuerza si es necesario para restablecer la calma.
Ante un desafío generalizado al estado de excepción por parte de ciudadanos comunes, el ejército dijo que había levantado parcialmente las medidas de emergencia en la ciudad hasta las 8 p.m. del domingo (0100 GMT del lunes), pero resaltó que seguirían vigentes cerca de los puntos de conflicto.
El principal organizador de los manifestantes, Jaime Vargas, dijo que los miembros de la organización indígena CONAIE continuarán organizando protestas hasta que Moreno restablezca los subsidios al combustible.
La militarización de la ciudad alentó críticas a la dura reacción del gobierno frente a las protestas. Los grupos de derechos instaron a las fuerzas de seguridad a limitarse.
Al menos siete personas murieron, cientos resultaron heridas y más de 1.000 fueron arrestadas en los disturbios desde que comenzaron el 3 de octubre, de acuerdo con la oficina del ombudsman, que monitorea los conflictos.
“¡Asesinos!”, gritó una mujer desde su ventana en el distrito norte de Mariscal, mientras los helicópteros sobrevolaban el área y se oían sonidos que parecían explosiones y disparos.
Casi todos los vuelos de salida de la ciudad fueron cancelados el sábado y el domingo. El aeropuerto dijo que estaba dando refrigerios a los pasajeros luego que se restringieron las zonas aledañas.
“Hicimos nuestras reservas y dos días después de tener todo listo, estalló este problema”, dijo Rodrigo Gómez, un turista chileno que se animó a salir de su hotel para comprar comida pese al estado de emergencia.
Moreno ha atribuido los disturbios a “fuerzas oscuras” vinculadas a Correa, ahora un feroz crítico del gobierno, quien ha estado dando a conocer videos que muestran a policías atacando a personas.
Como evidencia, el gobierno de Moreno ha apuntado a repetidos ataques a la contraloría, donde se almacenan documentos relacionados a una investigación sobre la presunta malversación de fondos bajo el gobierno de Correa.
Correa niega los cargos y ha llamado a Moreno traidor por volcarse a la derecha después de ser electo bajo una plataforma de izquierda.
Pero Conaie, que abarca diferentes pueblos originarios a lo largo de Ecuador, ha fustigado a Correa como un “oportunista descarado”.
“El correísmo nos criminalizó y asesinó a compañeros durante 10 años”, dijo Conaie en Twitter. “Hoy pretende aprovecharse de nuestra plataforma de lucha”.
DAMG