Mientras pretendemos estar tan informados como correspondería idealmente a personas interesadas en lo público, los periodistas, los servidores públicos y los activistas sociales con frecuencia ignoramos la magnitud de la Trata de personas.
No hablemos de cada drama y tragedia individual de quienes son sometidos a la explotación sexual, laboral, la servidumbre doméstica o la mendicidad forzosa, cuatro tipos de Trata, de un total de once en México y de 25 en el catálogo estadounidense, que podrían representar cerca de 80% de los casos de esa esclavitud moderna tipificada a partir del protocolo de Palermo en 2003.
Ni la Comisión Nacional de Derechos Humanos, la ONU o las organizaciones sociales pueden hacer más que estimaciones sobre la enormidad del negocio criminal, que es tercero solamente después de la compra venta de armas y el narcotráfico, y no siempre ni necesariamente desvinculado de ambos en lo global o en lo local.
Los datos y estimaciones que existen en el vecino del norte señalan que 85% de las víctimas de Trata provienen de México o han pasado por México, lo cual plantea uno de los temas centrales de este fenómeno, como de otros detonadores de una amplia variedad de negocios criminales: la cercanía con el principal mercado consumidor está en buena parte asociada a la prevalencia en tráfico de armas, compra venta de estupefacientes y Trata de personas.
Mientras discutimos acerca de las contradicciones reales o atribuidas a la actual política migratoria -generación de derechos y respaldo económico a extranjeros, corrimiento de la frontera de control migratorio al mismo tiempo que se deplora la amenaza de un muro en el norte- decenas de miles de personas en nuestro país padecen Trata.
Migran de una entidad a otra, provienen de otro país del hemisferio o de allende el nuestro, pasan de México a Nueva York.
En todos los casos, un indicador central es la práctica de la anulación de su identidad jurídica mediante la retención de sus documentos a la cual acuden los tratantes.
La Trata de personas ha generado a un grupo enorme de indocumentados forzosos: al retirar los documentos a las personas a quienes se ha ofrecido la esperanza romántica; a quienes se les engañó con una falsa oportunidad laboral; a quienes se ofreció la estabilidad de una casa de clase media que esconde la servidumbre a que somete a lo que sería legítima ocupación de personas trabajando en el hogar; o cuando se retiene el control sobre miles de menores de edad y adultos mayores que son víctimas de mendicidad forzosa, los tratantes han generado un nuevo fenómeno que tiene lugar más cerca de lo que nos atrevemos a admitir.
En Estados Unidos existen los indocumentados voluntarios que han dejado atrás su identidad en busca de otra nueva, a veces solamente laboral y a veces integral: la Trata es el fenómeno donde la indocumetación forzosa campea como el conjunto de impunidades registrables alrededor de esa esclavitud contemporánea.
@guerrerochipres