Este año, el Premio Nobel de Economía se otorgó a una investigadora y dos investigadores dedicados al estudio de la pobreza con un enfoque experimental. Lejos de abrumarse con los grandes números de la miseria y el tamaño del desafío, los tres economistas se plantearon preguntas sencillas sobre problemas muy específicos de la pobreza. Como propone Michael Kremer, uno de los laureados, cambios pequeños en los países pobres pueden producir grandes resultados.
Con un diseño sofisticado en cada experimento, Abhijit Banerjee, Esther Duflo y Michael Kremer realizaron estudios de campo en Kenia e India para analizar el comportamiento de las personas en condición de pobreza. Particularmente evaluaron sus reacciones ante diversas intervenciones tendientes a resolver problemas de nutrición, salud o educación. Ambos países se convirtieron en laboratorios para probar hipótesis y esbozar un nuevo marco teórico del desarrollo. Al poner a prueba las propuestas para mitigar la pobreza global descubrieron que la solución no se reduce a dar dinero.
El anuncio del Nobel generó gran atención mediática por varias razones: 1) los premiados son relativamente jóvenes; 2) los temas que estudian son comunes a toda sociedad; y 3) el lenguaje que utilizan, al menos en la presentación de los resultados, se aleja de las formas complejas y poco accesibles de la economía tradicional. Sin embargo, no podemos soslayar que en la prosa de los artículos y libros que han publicado, hay matemática escondida. Después de todo, como decía Alfred Marshall, precursor de gran parte del andamiaje teórico que hoy domina la disciplina económica, la matemática debe utilizarse como lenguaje abreviado hasta obtener resultados, para luego convertirlos en prosa, ilustrar con ejemplos que sean relevantes en la vida cotidiana y, al final, “quemar la matemática”. Banerjee, Duflo y Kremer quemaron la matemática y pusieron en práctica un nuevo método que además de evaluar si un programa social funciona o no, nos explica cómo y por qué cambia el comportamiento de las personas en condición de pobreza.
En el campo del estudio de la pobreza, las investigaciones de los tres galardonados se suman al trabajo de otros dos premiados con el Nobel, Amartya Sen (1998) y Angus Deaton (2015). Sin duda, quienes ahora centran sus baterías contra la pobreza en México, voltearán a ver estas nuevas propuestas y empezarán a evaluar la conveniencia de imitar las buenas prácticas internacionales.