El 9 de noviembre se cumplirán 30 años de la caída del Muro de Berlín. El colapso del régimen comunista en Polonia y Hungría, en junio de 1989, sirvió como antecedente; y la disolución de la URSS el 26 de diciembre de 1991, fue su mayor consecuencia.
El mundo cambió diametralmente. En lo político, el número de democracias electorales creció: en 1989, 70 países recurrían a elecciones para designar a sus gobernantes; en 2016 este número superaba los 130 (IDEA, 2017), con todo lo que ello ha implicado en materia de DD. HH., rendición de cuentas y libertad de expresión.
En lo económico, la caída de la URSS coincidió con la inyección de millones de trabajadores de India y China a un tablero comercial cada vez más interconectado. También dejó a los Estados Unidos como la única súperpotencia durante casi dos décadas, por lo menos hasta el boom de China entre 2009 y 2016 (sin embargo, la economía americana sigue siendo un 60 % mayor que la china [Bloomberg, 2019]).
No menos interesante ha sido el cambio en mentes y corazones, especialmente en Europa. Un estudio de Pew Research Center (2019) con motivo del aniversario, muestra, por ejemplo, que la mayoría de los habitantes del antiguo bloque del Este prefieren vivir en 1) un sistema multipartidista y en 2) una economía de mercado.
Los casos de Polonia (85 % a favor de la primera; 85 %, de la segunda) y la región de la hoy extinta República Democrática Alemana (85 % y 83 %), son particularmente positivos. En el otro extremo, Rusia muestra cierta nostalgia totalitaria en lo político y lo económico, ya que solo 43 % aprueba el multipartidismo y 38 % el libre mercado.
Otras percepciones más mundanas también han cambiado. La mayoría de habitantes en nueve países de Europa central y oriental, consideran que el fin del comunismo fue una “buena influencia” para la educación (65 %), los estándares de vida (61 %) y el orgullo nacional (58 %), pero no están tan seguros de su buen impacto en temas como la ley y el orden (44 %), los servicios de salud (43 %) y los valores familiares (41 %).
En términos de satisfacción de vida (usando la escala de Cantril), en prácticamente toda Europa esta ha mejorado desde 1991. No obstante, el crecimiento es más marcado en el antiguo bloque comunista: Polonia pasó de 12 % a 56 %; lo que era Alemania del Este, de 15 % a 59 %; e incluso en Rusia, pasó de 7 % a 28 %. El número de europeos que creen que están progresando en la vida ha crecido dramáticamente.
Aquél 26 de diciembre, The New York Times reportó la cancelación simbólica del largo y contradictorio experimento soviético: “La bandera fue bajada de su percha iluminada a las 7:32 de esta noche. Un momento silencioso de asombro fue compartido por los pocos peatones que cruzaban la Plaza Roja”. Pero a 30 años del triunfo de la democracia sobre el autoritarismo, en muchos lugares del mundo una renovada intolerancia amenaza con construir nuevos muros entre nosotros. Sus máscaras de justicieros populares son las de antes, y sus razones, son esencialmente las mismas: atacar el pluralismo.
@AlonsoTamez