En la nación sudamericana que se extiende desde las exuberantes selvas en el norte hasta las tierras patagónicas frente a la Antártida en el sur, los 45 millones de argentinos están pensando en su voto para las elecciones del domingo.
El eje de la decisión son los problemas económicos del país, que golpean a la tercera economía de América Latina más duramente desde mediados del año pasado, y han afectado la imagen del presidente Mauricio Macri, quien, presionado por la crisis, tuvo que implementar medidas de austeridad.
Lo que para muchos en Argentina es la “enfermedad” de la inflación se mantiene por encima del 50% anual, el país sufre una recesión que se prevé continúe el año próximo, niveles de empleo que han caído y un índice de pobreza que supera el 35%.
“La verdad que estos últimos 4 años fueron muy complicados para el país. Cada vez se fue hundiendo más en deudas, aumentó la cantidad de pobres”, dijo Mario Volker, de 25 años, un desempleado de la ciudad de Buenos Aires.
En la balanza está el futuro de uno de los principales exportadores de granos del mundo, que se enfrenta a tensas conversaciones con acreedores globales por la deuda soberana de 100.000 millones de dólares tras una fuerte caída del tipo de cambio, lo que aumentó los temores de incumplimientos de pagos.
Volker planea votar al principal rival de Macri, el peronista Alberto Fernández. El opositor lograría una arrasante victoria: sondeos lo dan como ganador con 20 puntos de ventaja.
A Fernández lo acompaña en la boleta Cristina Fernández de Kirchner -icono del populismo y con una gran aceptación en la clase trabajadora- que gobernó el país entre 2007 y 2015 y es poco querida entre empresas e inversores por sus políticas estatistas y su estilo confrontativo.
“No queremos que regrese Cristina”, dijo Julio Liguori, de 70 años y dueño de una tienda de ropa en la avenida principal de Saladillo, en la provincia de Buenos Aires.
A Liguori, Fernández de Kirchner le genera preocupación. La exmandataria mantuvo durante su gobierno una tensa relación con el sector agrícola y podría tener gran injerencia en las decisiones políticas si su fórmula resulta electa.
COMIDA EN LA MESA
“Anteriormente con el presidente que estábamos había trabajo, había comida todos los días en la mesa y hoy eso falta en muchos hogares y falta en mi hogar también”, afirmó Marcia Leites, de 31 años y madre de cuatro hijos en la provincia norteña de Misiones.
“Creo que si cambiamos de presidente el pueblo estaría bien”, añadió.
Los partidarios de Macri dicen que el actual mandatario necesita más tiempo, después de haber heredado una economía ya debilitada. Las reformas para insertar al país al mundo, con acuerdos comerciales y atrayendo inversión extranjera, harían que el país vuelva a crecer, opinan ellos.
“Voto a Macri porque creo en el cambio, porque no se puede arreglar un país que el kirchnerismo destruyó en 12 años, en cuatro años”, comentó Naura Akil, de 46 años y empleada en el sector de las finanzas y contabilidad en la capital, haciendo referencia a los tres mandatos consecutivos que tuvieron Fernández de Kirchner y su fallecido esposo Néstor Kirchner.
Sergio Operti, un vendedor de autos de 58 años en Córdoba -bastión de los votantes de Macri- dijo que en 2015 votó al actual presidente pero probablemente no lo volverá a hacer el domingo. En cambio, iría por una tercera opción como la de Roberto Lavagna.
“Macri me desilusionó porque hizo las cosas al revés. Considero que Macri hizo grandes inversiones en el país que la gente no las ve, quizás a futuro sirva, pero no las de ahora, la gente tiene necesidades hoy”, afirmó Operti.
“Yo soy comerciante y lo veo. La necesidad de trabajo y todas las pymes que han caído y eso nos influye directamente a nosotros, es como un efecto dominó”, agregó.
PAL