Cada que tengo la oportunidad de caminar por los distintos barrios de nuestra Ciudad de México, no puedo evitar admirar su grandeza como una “ciudad de palacios” que fusiona, en su colección arquitectónica, todas las épocas que ha visto pasar en el tiempo, desde templos prehispánicos, monumentos, edificios virreinales y de diversas corrientes artísticas hasta modernos rascacielos.

 

Su construcción siempre ha sido compleja por la diversidad que la identifica, no solo en estructuras, sino en dinámicas políticas, económicas, sociales y culturales.

 

El 31 de octubre se conmemora el Día Mundial de las Ciudades que, en 2019, busca incrementar el conocimiento sobre el uso de las innovaciones digitales para mejorar la calidad de vida en las urbes.
El Índice Cities in Motion 2019, elaborado por el IESE Business School, que mide la sostenibilidad y calidad de vida en las principales ciudades del mundo, situó a la Ciudad de México en el lugar 133 de 174 urbes (40.79/100 puntos).

 

Hoy nuestra metrópoli, hogar de millones de personas, enfrenta importantes retos, como medioambientales, de servicios, de seguridad y movilidad, entre otros.

 

El concepto de ciudades inteligentes ha cobrado relevancia, porque se ha presentado como una alternativa para transformar los espacios urbanos en mejores entornos.

 

De acuerdo con el Banco Interamericano de Desarrollo, las ciudades inteligentes se caracterizan por cuatro aspectos: i) ser sostenibles al utilizar tecnologías para reducir costos y optimizar el consumo de recursos; ii) ser inclusivas y transparentes, porque tienen canales de comunicación directa con la ciudadanía, usan datos abiertos, y facilitan el seguimiento de sus finanzas; iii) generan riqueza al ofrecer infraestructura para crear empleos de alta calidad, innovación y competitividad; y iv) están hechas para sus habitantes, porque usan tecnología digital – inteligencia artificial, red 5G, entre otras – para mejorar su calidad de vida.

 

Algunos ejemplos de programas de gestión inteligente, implantados en urbes que han adoptado el concepto de ciudades inteligentes, incluyen el uso estratégico del análisis de datos para solucionar problemas de violencia urbana (Nueva York, Estados Unidos); el combate al desperdicio de agua, mediante el uso de sensores electrónicos (Singapur, Singapur), y el uso de tabletas equipadas con aplicaciones móviles desarrolladas para conectar adultos mayores con los servicios de salud (Japón).

 

El derecho a saber y las tecnologías de la información y comunicación (TICs), son elementos clave para construir una Ciudad de México inteligente. El primero facilita el ejercicio de otros derechos, lo que fomenta una ciudad más igualitaria con mayor participación ciudadana y escrutinio público. Por su parte, las TICs posibilitan la creación de plataformas digitales, redes de información y análisis de datos, lo que eficienta procesos y recursos.

 

Las urbes deben proveer espacios de bienestar a sus habitantes. Los gobernantes y los gobernados debemos trabajar juntos para cuidar la riqueza de nuestra gran metrópoli, para potenciar su desarrollo y el nuestro con innovación y garantía de derechos.

 

En palabras del periodista Herb Caen, Premio Pulitzer en 1996, “una ciudad no se mide por su longitud y anchura, sino por la amplitud de su visión y la altura de sus sueños”.

 

 

*Comisionada Ciudadana del Instituto de Transparencia de la Ciudad de México (INFO).
Twitter: @navysanmartin