Platicamos con el productor Alejandro Gou y nos reveló que existe gran preocupación por parte de los productores de teatro, porque en el pasado, los programas de apoyo cultural favorecieron a la producción teatral en nuestro país. Actualmente, la CDMX tiene una amplia cartelera, pero los costos de producción se veían afectados por el impuesto sobre espectáculos públicos (dispuesto en el artículo 134 del Código Fiscal del Distrito Federal desde 1941).

La cantidad que se aplicaba era un 8% sobre lo que se cobraba directamente en taquilla, sin importar los ingresos generados y los costos de producción, lo que significaba doble tributación; por eso con la nueva Constitución de la CDMX (artículo 8, inciso D, subinciso 3) donde dice que: “Las autoridades favorecerán la promoción y estímulo al desarrollo de la cultura”, se solicitó la exención de 8% del impuesto sobre espectáculos públicos, porque cuando los productores compran objetos para la escenografía como luces, vestuario y todo lo que se requiere para una producción, ya están pagando impuestos.

El descuento de 8% se dio en 1997 y ayudaron mucho para el impulso de las obras teatrales, pero a partir de la nueva administración se pretende eliminar esta ayuda y hacerla retroactiva, para que los productores paguen lo que generaron desde el 2017. Un grupo de productores importantes han sostenido reuniones con el Secretario de Cultura, el Secretario de Finanzas y la Subprocuradora Fiscal para pedir se respete el mismo acuerdo, porque de lo contrario estarían en riesgo de cerrar los teatros.

Debemos tomar en cuenta que los productores teatrales, utilizan sus ganancias para invertirlas en otras puestas en escena y generan miles de empleos: acomodadores, valet parking, limpieza, vestuaristas, iluminadores, gente de audio, sindicato, escritores, maquillistas, peinadores y publicistas, por mencionar sólo algunas de las personas involucradas en una producción, los actores, el director y el productor son los últimos en la cadena, aunque son los que dan la cara y no son ellos los únicos que ganan, de regresar al impuesto de 8%, perjudicarían a muchas personas que viven del teatro.

Además, hay que resaltar que se genera una infraestructura social que provoca que surjan nuevas fuentes de empleo, por ejemplo dulcerías o restaurantes cercanos al teatro o dentro del teatro.

En este caso, las autoridades no dan dinero para producir una obra de teatro, como en su momento se usaron los estímulos fiscales, donde algunos productores teatrales entraron al programa Efiteatro (Estímulo Fiscal a la Producción Teatral Nacional), pero simplemente no dio resultados; la cantidad que se daba no era suficiente ni para la escenografía, mucho menos para sostener una obra durante una temporada considerable.

Es triste que sea más fácil abrir un antro, que un teatro, simplemente porque ya no hay licencias para operar teatros. Ahora existen licencias para centros culturales que tienen muchas restricciones de horarios, actividades y venta de productos. Así que esperemos que escuchen a los productores y las autoridades comprendan que el entretenimiento es parte importante en la cultura de cualquier país.

Hay más…, pero hasta ahí les cuento.