Cuando la trampa, el agandalle y la prepotencia son derrotadas, no se puede estar más que feliz.
Cuando, por unanimidad, los magistrados electorales determinan tirar el sucio y deshonesto proceso de Morena para renovar sus dirigencias, uno no puede estar, reitero, más que feliz.
Primero, porque la forma en la que lo estaban haciendo iba en sentido contrario de todo lo que se dijo que no se haría, y se hizo: compra de votos (QR’s) mediante la dadiva y la promesa de ser beneficiario de programas sociales del gobierno, coacción para votar y violencia.
Luego hay que tomar en cuenta que el padrón de militantes “está cuchareado” y favorece a los intereses de las tribus y corrientes que sí existen en Morena.
La anulación del proceso interno de Morena provocó reacciones que en algunos casos rayaron en la ira en contra de los magistrados electorales.
De los que leí, los simpatizantes de Bertha Luján, la presienta del Consejo Nacional de Morena, fueron los más iracundos. Acusaron de traidores a quienes interpusieron procedimientos para garantizar el cumplimiento de sus derechos político electorales ante el Tribunal Electoral y casi pedían leña verde para quemarlos.
Tuve un intercambio con algunos de ellos y me pidieron un ejercicio de autocrítica (quienes me conocen saben que simpatizo con el proyecto de López Obrador) de qué he hecho yo por el proyecto.
Es de mal gusto, sin embargo, voy a enumerar algunas acciones en mi paso por Morena, que no por el proyecto de Andrés Manuel López Obrador:
1. Intentar formar partido y no corrientes ni tribus.
2. No actuar en contra del movimiento ni de la militancia. Quién me pide la “autocritica” tenía responsabilidades en territorio que simuló. Cuando se me pidió, desde el CEN, “correrlos” de la estructura municipal, no lo hice precisamente para cumplir con el punto 1, generar partido.
3. Oponerme a la traición de dirigentes a los militantes. Cuando se exigió desde la Secretaría de Organización firmar el pago de representantes generales y representantes de casilla con una merma del 25% a lo que se había comprometido pagarles por acudir a vigilar y defender los votos de la elección para gobernador del Estado de México en 2017, hubo una negativa de nuestra parte que tuvo como resultado la separación del cargo.
4. No pactamos, jamás con otros partidos u organizaciones que compiten con Morena. Otros lo hacen con el PRI, el PAN, Antorcha Campesina, etcétera.
Hasta ahí, por el momento, esta parte. Ya contaremos los que nos consta que pasó en las elecciones de 2018 en el ámbito municipal, y en los distritos federales y locales y cómo entregaron candidaturas y perdieron, a propósito, elecciones.
La Letrina. Los vulgares ambiciosos están traicionando al presidente López Obrador con su comportamiento en la elección de Morena. Queda claro que los peores enemigos de la 4T son los que no han entendido que la vida política en México ya cambió.
¡Feliz, feliz, feliz!