Cuando ocupe el poder el 10 de diciembre, el presidente electo de Argentina, Alberto Fernández, buscará romper con algunas estructuras de sus antecesores y, de manera prioritaria, terminar con la violencia de género, promover un lenguaje inclusivo y legalizar el aborto.
Quizás algunos quieran justificar esa determinación en el hecho de que su hijo único, Estanislao Fernández, es un Drag Queen y transformista. Sin embargo, las voluntades del próximo inquilino de la Casa Rosada dan fe de su comprensión de la necesidad de Argentina de entrar en el siglo XXI y terminar con todas las desigualdades.
“¿Quién puede vivir en una sociedad donde vemos la violencia de género y la sociedad no reacciona? ¿Cómo podemos vivir con eso?”, se ha preguntado el futuro mandatario en diversas ocasiones.
Para entrar en la modernidad, Fernández aseguró en un reciente programa de radio que es necesario crear el Ministerio de la Mujer, la Diversidad y la Igualdad. La institución auditaría todas las políticas que fomenten y respeten la igualdad de género y las diversidades sexuales.
El mandatario electo, de 60 años de edad, lamentó que Argentina siga viviendo situaciones como feminicidios, violencia de género y discriminación contra las mujeres”, propias más bien de lo que llamó “una Argentina medieval”.
Tan solo en los primeros tres trimestres de este año, en Argentina se cometieron 203 feminicidios. Otros 35 asesinatos son investigados, con autopsias y peritajes, para determinar si se trató de feminicidios, de acuerdo con cifras de la organización Mujeres de la Matria Latinoamericana (MuMalá).
A pesar de la grave situación, el presidente saliente, Mauricio Macri, y su predecesora, Cristina Fernández de Kirchner, que ahora será vicepresidenta en la administración de Fernández, no tomaron acciones suficientes para enfrentar integralmente la violencia de género.
Respecto al aborto, Fernández aseguró que “es un problema de salud pública, no sólo un tema de la mujer”, que se debe abordar también a través de un Ministerio de Salud para evitar que más mujeres sigan muriendo en la clandestinidad.
Durante su campaña electoral, prometió ampliar las licencias por maternidad y paternidad con el objetivo de promover la “corresponsabilidad” en el cuidado de los hijos, avanzar en el cambio cultural y eliminar la dinámica estructural de discriminación laboral y la desigualdad en el campo de trabajo, siempre en perjuicio de las mujeres y otras feminidades.
Desde julio de 2010 Argentina permite los matrimonios entre personas del mismo sexo. Fue el primer país de América Latina en reconocer este derecho y el segundo en todo el continente americano, después de Canadá.
En los últimos 90 años, los jefes de Estado de Argentina han sido hombres casados, heterosexuales y con hijos. Fernández cumple las dos últimas, pero no la primera.
Se separó legalmente de su esposa en 2005 y hasta ahora nunca se ha vuelto a casar, aunque lleva en pareja cinco años con la periodista y actriz Fabiola Yañez. Ello le convierte en el primer presidente desde 1930 en llegar al cargo con estatus de divorciado.
La falta de un papel que determine la unión legal entre la pareja ha desatado un debate sobre si es posible en Argentina que una mujer sea primera dama sin estar casada con el presidente.
Según analistas, la respuesta está en la laxitud de las normas. No hay nada legislado y los argentinos se toman lo ceremonial de manera distendida. Recordaron que el expresidente Carlos Menem incluso dio ese lugar a su hija Zulema, después de divorciarse en 1992 y una vez asumida la presidencia.
Además de romper con esos esquemas, el futuro presidente ha mostrado una mente abierta y ha manifestado en público su orgullo por su único hijo, Estanislao, quien es Drag Queen y transformista.
En una reciente entrevista a Radio con Voz, Fernández habló sobre su hijo: “Es uno de los tipos más creativos que vi en mi vida. Cuando entró en el mundo del cómic y en el anime japonés comenzó a disfrazarse. Fue llamativo. Lo hizo muy bien, tan bien que lo empezaron a invitar a festivales en el mundo”.
Antes que su padre ascendiera en su carrera política, el joven Estanislao, de 24 años, se dio a conocer en la comunidad Drag Queen bajo el nombre de Dyhzy, que se hizo famoso al popularizar el transformismo, una práctica poco conocida en Argentina.
A pesar de que su arte generó polémica, sobre todo durante la campaña electoral de su padre, Estanislao lleva paralelamente una vida como la de cualquier joven. Es un chico con bajo perfil, trabaja en una compañía de seguros y desde hace dos años vive con su novia.
Estanislao, quien ahora es una gran estrella en las redes sociales, donde acumula más de 110 mil seguidores, descarta trasladarse con su padre a la Quinta presidencial de Olivos, residencia oficial de los presidentes de Argentina. Sencillamente prefiere seguir llevando una “vida normal”, aunque de seguro sin renunciar a la lucha que deberá emprender su padre contra la “Argentina medieval”.