Miles de personas en el central municipio Santiago Sacatepéquez de Guatemala se reúnen cada año para volar cometas gigantes, una tradición local destinada a reconectar a los vivos con sus familiares fallecidos, en el marco de las celebraciones del Día de Muertos que comenzaron en toda la región.
El Día de Muertos, una fiesta que combina los rituales católicos y las creencias prehispánicas, se celebra en toda América Latina los primeros dos días de noviembre.
El alcance de la celebración es amplio, y se extiende a comunidades católicas tan lejanas como Filipinas, y toma una forma diferente en cada geografía.
En México, las familias colman los cementerios para adornar tumbas con coloridas flores y veladoras, y también se erigen altares en los hogares para recibir a los muertos en su día.
Tanto mujeres como hombres se untan pintura blanca en la cara, y negra alrededor de los ojos para encarnar a las icónicas “Catrinas” o elegantes calaveras, aunque otros disfraces también se aprecian en medio del sincretismo con la festividad del Halloween, típica en Estados Unidos y con alcance internacional.
Qué hermosa tradición en Sumpango, Guatemala: cometas, piscuchas, barriletes…. cada país su denominación 😃 pic.twitter.com/lapdBp7nE3
— Andreu Bassols 🇪🇺 (@ABassolsUE) November 2, 2019
Una de las celebraciones más animadas de la región se lleva a cabo en la localidad guatemalteca de Santiago Sacatepéquez, donde la tradición maya se impone. Los lugareños creen que las coloridas cometas que lanzan al cielo ayudan a guiar las almas de sus seres queridos.
Olga Marina Tun Yocute, coronada la reina del festival de este año, se enorgullece de participar en una tradición que se remonta a finales de 1800.
“Los abuelos y las abuelas se comunicaban por medio de los barriletes”, dijo refiriéndose a las cometas, flanqueada por otras dos mujeres jóvenes honradas en el festival, todas vestidas con ropa bordada y tocados elaborados.
Si bien se pueden encontrar familias volando cometas más pequeñas durante todo el día, el festival gira en torno a una serie de gigantescas versiones circulares, adornadas con coloridos diseños locales y rematadas por banderas que ondean en la brisa.
A medida que avanza la tarde, la multitud aplaude y docenas de jóvenes toman sus lugares en la base de las cometas, preparándose para enviarlos al cielo. “Es una cosa estupenda”, dijo Mónica Paiz, una turista francesa.
DAMG