Las tres comparecencias del secretario federal de Seguridad, Alfonso Durazo Montaño, ante diputados y senadores han mostrado la ceguera preocupante de la oposición e inclusive del propio partido Morena en el poder: su objetivo fue el funcionario, no la estrategia nacional de seguridad pública.
Por ello, todos los partidos de oposición perdieron la oportunidad de construir un frente de Estado contra las bandas criminales. La parte más patética en la comparecencia en el Senado fue la entrega de un muñeco de Pinocho al secretario Durazo por una legisladora del PAN.
Por lo tanto, el PAN –que inició la guerra y que le debe a la República una explicación de su fracaso– ha querido rebajar la crisis de violencia de las bandas criminales a un asunto de caricatura.
Las crisis en Culiacán y Bavispe fueron una oportunidad perdida por el poder legislativo para construir una base política funcional a la estrategia de seguridad y para, inclusive, presionar a acomodamientos a las circunstancias. Por ello y a pesar de los insultos, Durazo salió bien librado porque llevaba un discurso coherente, a lo mejor no eficaz, pero sí bien elaborado para encarar la mediocridad legislativa.
Los legisladores no emitieron ni una idea, ni una propuesta, ni una crítica sensata; todo se fue en chacoteo. En la comparecencia ante el pleno de los diputados el jueves de la semana pasada, pasaron lista 316 legisladores, pero durante la comparecencia había menos de cien, los gritones del PAN y los complacientes de Morena y el PRI.
La crisis de la estrategia de seguridad necesita de una participación institucional de los sectores involucrados por ley y por circunstancias. La única manera de re-centrar la estrategia es con cooperaciones inteligentes y propositivas, no con muñecos de peluche que demeritan más a quienes lo entregan.
Zona Zero
Lo más preocupante, sin restarle la importancia social debida, del caso LeBaron ha sido la falta de enfoque estratégico de las autoridades de seguridad. El grupo delictivo La Línea tiene años operando con fiereza, pero al parecer no estaba en el radar del gabinete de seguridad. Una falla, otra, de todos los responsables de la política de seguridad publica.
(*) Centro de Estudios Económicos, Políticos y de Seguridad.
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