Desde que se organizó por primera vez el Buen Fin en 2011, y tras sus resultados, no había muchas dudas de que año con año se habría de llevar a cabo esta iniciativa comercial, que hacía del cuarto trimestre el mejor para las ventas al menudeo.
No había dudas, hasta que inició el actual Gobierno. Durante los primeros meses había incertidumbre si la 4T sería compatible con una promoción en la que los principales artículos que se vendían eran aquellos que, bajo la nomenclatura actual, se pueden calificar como fifís, por no entrar en las más recientes y denigrantes clasificaciones raciales que se hacen desde el poder.
El punto es que fue apenas en mayo pasado cuando se despejó la incertidumbre y el gobierno federal refrendó la permanencia del Buen Fin con todo y los beneficios fiscales de las ediciones anteriores.
Recientemente, en la programación de una de las conferencias mañaneras del presidente Andrés Manuel López Obrador apareció enlistado el tema del Buen Fin. Un poco para recargarse en esta iniciativa de los comerciantes para tratar de levantar la economía y un poco para poder hacer propaganda a través de los libros que recomendó comprar durante el fin de semana más barato del año.
Y para que se vea que no fue un acto casual, sino todo una línea ideológica, un grupo de obedientes secretarios de Estado se dio cita a la media noche inicial del Buen Fin para comprar libros, como lo sugirió su líder.
Pero claramente el resultado de esta promoción comercial es algo que también espera con ansias la 4T. El desempeño económico ha sido particularmente malo en este primer año de Gobierno y el motor que movía la economía, justamente a través del sector terciario, también se había detenido.
Por eso es que si con la información de los comerciantes que participaron en este Buen Fin se puede tener algún dato positivo sobre los resultados del año pasado, pues lo habrán de presumir como un logro propio, como la muestra de lo requetebién que marcha la economía de este país.
Y si los datos de los comerciantes no logran superar, así sea nominalmente el monto de ventas del año pasado, siempre habrá la opción de “los otros datos”. Esos que refuten la realidad de la cifras de los agentes económicos y que marcan que para ellos todo ha sido un éxito.
Aún sin conocer qué pasó con el Buen Fin 2019, es previsible adelantar que no hay razones que hayan marcado un cambio en la tendencia de estancamiento de la economía.
Muchas casas comerciales se mostraron agresivas en sus promociones ante el cúmulo de inventarios, pero muchos otros tuvieron que limitar sus ofertas a una cantidad limitada de artículos para no presionar sus finanzas.
Ojalá que por el bien de la actividad comercial del país éste haya sido un buen fin de semana y que se mantenga cierto dinamismo lo que le queda al 2019. Y que no solo sea usado como un supuesto salvavidas gubernamental, basado en los otros datos.