En marzo de 1995, cuando la economía mexicana estaba en medio de una de sus peores crisis económicas, la mayoría legislativa del PRI aprobó un incremento al Impuesto al Valor Agregado del 50%. Un golpe fiscal durísimo que se sumó a todas las calamidades que implicó esa crisis.
Sin embargo, lo que más pudo en el ánimo de los ciudadanos fue la publicación de una imagen del entonces líder de la mayoría legislativa del PRI, Humberto Roque Villanueva, haciendo una señal de festejo por haber pasado su aplanadora en la Cámara de Diputados y aprobar ese aumento al IVA.
En las elecciones federales siguientes a ese episodio, en 1997, el partido en el poder perdió su mayoría legislativa. No hubo durante muchos años otra aplanadora de legisladores al servicio de un presidente… hasta ahora.
Y ahora, si bien no ha habido tal cosa como una “Roqueseñal”, sí hemos sido testigos de una banda de diputados de Morena y partidos satélite arrogantes con sus opositores y en estricto obedientes a las instrucciones presidenciales.
El resultado obtenido con el Presupuesto de Egresos de la Federación (PEF) para 2020 es lamentable desde diferentes enfoques, desde el punto de vista económico, es garantía de otro año de muy bajo crecimiento, pero lo más lamentable fue la renuncia del poder legislativo a su papel de vínculo con la sociedad.
Era por el propio bien de la 4T que el Congreso debió moderar esos ánimos de desbordar el gasto asistencialista, procurar más gasto de inversión y de paso no afectar presupuestalmente a las instituciones del Estado. Todo por el bien del propio Gobierno que protegen.
El PEF 2020 no destina los recursos públicos necesarios para tener gasto productivo, por ejemplo, en infraestructura y sí por el contrario siembra la semilla de un gasto asistencialista que crecerá de forma exponencial hasta que no alcancen los recursos presupuestales.
El crecimiento acumulado de la economía mexicana durante los primeros nueve meses que ha contabilizado el Inegi, es de cero. Las expectativas para 2020 son ligeramente superiores a 1%.
Sin el crecimiento económico esperado, la recaudación fiscal es menor, las expectativas de aumento de ingresos petroleros tampoco parecen factibles y los recortes al gasto corriente que se hicieron este año ya están incorporados al presupuesto y difícilmente podrán hacerse recortes mucho mayores.
El PEF 2020 y su ritmo de gasto asistencial ya marcan un primer foco amarillo para el cumplimiento de las metas de equilibrio macroeconómico y la salud de las finanzas públicas.
Al final, podrían ser estos mismos legisladores los que acaben por aplicar alguna medicina correctiva amarga más adelante para compensar la actitud complaciente de no pedir a su líder máximo que aplique la transformación con responsabilidad presupuestal.
La mejor aportación que puede hacer la mayoría legislativa de Morena es asumirse como alineada a un proyecto político, pero con los alcances que le da ser un poder independiente que pueda darle lógica y viabilidad a los proyectos presidenciales.