La honradez debe ser una característica del ser humano, pero en su imperfección es el común denominador de los hombres públicos.

Porque sin importar la bandera que ondee, ni los colores del partido al que pertenezca, la distracción de recursos es un mal contagioso y es por ello que el propio presidente de la República pondera la honradez por sobre toda experiencia.

Tras la designación de Ángel Carrizales al frente de la Agencia de Seguridad, Energía y Ambiente, el presidente Andrés Manuel López Obrador afirmó que la honestidad es la característica principal para formar parte de su gobierno, incluso por encima de la experiencia.

“Más que la experiencia, me importa la honestidad. Hay quienes tienen mucha experiencia, están hasta graduados en el extranjero, pero son deshonestos”, dijo.

Previamente a la toma de posesión del actual régimen, seguramente más de un colaborador del presidente de la República analizó la conducta previa a cada puesto que se encargaría a quienes cubrían el perfil de las responsabilidades que tenían una doble carga, la primera, cubrir el puesto con toda eficacia, lo cual implicaba, desde luego, la honradez. La segunda característica es la de trabajar de acuerdo con la carga histórica de hacer de una nueva administración pública la conformación de un nuevo régimen, y esto implica, desde luego, la pulcritud de las tareas. Mostrar que hay cambios, demostrar que hay transformación, eso, a muchos, no les importó, prefirieron seguir con la vieja costumbre del robo y la indiferencia.

Los escándalos de corrupción han sido pocos y, por lo mismo, se notan más y a ellos dirigen la atención los mexicanos que también condenan, por partida doble, la primera, por continuar con una práctica que debieron detener en su momento; la segunda, al advertir la traición que implica la deslealtad y la falta de gratitud con el presidente de la República que confió en personas que incurrieron en esta práctica, y que demuestran que en nada cambia su actitud de latrocinio.

Porque con el pasar de los años y el hábito que estaba a punto de convertirse en costumbre de los actos de corrupción, los funcionaros públicos deshonestos son tratados con ciertas consideraciones, porque en realidad debe llamárseles por su nombre: delincuentes.

Y aun así el término resulta suave para la dimensión de su actuación porque en realidad son ladrones, roban el dinero de la población que debió llegar a fines nobles, pero que en el largo camino de la burocracia queda en sus manos.

De este tipo de incidentes la historia de la administración pública del país está llena. Y todavía no acaba la larga lista de personas que se aprovecharon de la confianza de quienes los seleccionaron y de quienes, posteriormente, los eligieron. Porque si de deshonestidad hablamos no podemos ver a otro lado más que a Veracruz, donde el Gobernador no sólo ha dado muestras de incurrir en la falta de eficiencia y trabajo, sino que ha dejado atrás la fama de honesto que tenía, para convertirse en un ser perteneciente al pasado.

Es uno más de esos grises funcionarios públicos que se escudan en su puesto para, hipócritamente, decir que se hace cuando lo poco que se hace, se hace mal y con trampas. Pasará a la historia en el rincón de los deshonestos que ni siquiera tienen la imaginación suficiente para disimular sus ineficiencias y su poca vocación política.

Atrás quedaron los días en los que el Presidente le levantaba la mano. Cuando se pensaba que el gobernador de Veracruz, Cuitláhuac García Jiménez, había entendido su tiempo y lugar; ahora, para el presidente de la República, Veracruz es sólo un punto de referencia en la historia, en el pasado, pero en el presente es una entidad que no tiene gobierno.

La desesperación de los veracruzanos no ve para cuándo puedan tener un gobernante que le regrese a la ciudadanía la dignidad con la que deben vivir.

Hay promesas de campaña que llevan tiempo para cumplirse, sobre todo aquellas que requieren de autorización del Congreso o de un tiempo para erigirse; sin embargo, García Jiménez habló en campaña de suspender cobros, de reducirse el sueldo, de eliminar las casetas de peaje en la Antigua y Fortín; además de desaparecer el gasto de viáticos en la función pública, y a la fecha no ha cumplido con la ciudadanía.

Pero como esto hay mucho todavía pendiente, a pesar de que se trata de una simple firma, porque la flojera y la negligencia es parte de la corrupción, porque se está cobrando no sólo por estar presente en el lugar de trabajo sino por trabajar, y trabajar con eficiencia.

Veracruz tiene una negra historia de gobernadores corruptos. La historia continúa.

 

PEGA Y CORRE. – Como lo habíamos registrado en este espacio, la conducta por demás corrupta del exsecretario priista de Comunicaciones y Transportes, cuya connivencia con OHL fue denunciada ante la FGR por el titular de la Unidad de Inteligencia Financiera, Santiago Nieto, por corrupción. La demanda detalla que se trata de dos denuncias contra quien fuera titular de la Secretaría de Comunicaciones y Transportes, Gerardo Ruiz Esparza y la empresa vinculada al sector carretero, mismas que fueron interpuestas ante la Fiscalía. Una de las denuncias se refiere a un caso por “corrupción carretera” que se reportó en un documento con el título Casa Limpia, mientras la otra compete a la empresa OHL, una de las que resultó más favorecidas durante el sexenio de Enrique Peña Nieto con los contratos que le otorgó la SCT…

angelalvarop@hotmail.com