Cada vez somos más las mujeres que integramos el mercado laboral. En los años sesenta, sólo el 20% de ellas trabajaba en contraste con al menos un 65% que hoy día lo hace en distintos sectores y profesiones, incluyendo las que parecían estar reservadas a los hombres.
A pesar del incremento de la presencia femenina en las actividades productivas, los estereotipos de género, que determinan los roles que las mujeres y los hombres supuestamente debemos seguir, persisten en la sociedad mexicana, y obstaculizan nuestro desarrollo, porque marcan diferencias de salarios, condiciones y oportunidades de trabajo.
De acuerdo con la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo del INEGI, de abril a junio de 2019, 77 de cada 100 hombres de 15 años y más son económicamente activos, mientras que solo 45 de cada 100 mujeres están en esta situación.
En 2018, la brecha salarial entre hombres y mujeres era de 889 pesos considerando la mediana del ingreso mensual real de trabajo, de tal suerte que ellas ganan menos que ellos con independencia de su edad, escolaridad y situación conyugal.
Hay un mayor porcentaje de mujeres que labora sin remuneración (1.8%) que entre los hombres (0.4%). En 2016, las mujeres destinaban a los quehaceres domésticos, el doble de tiempo a la semana (18.7 horas) que los hombres (7.3 horas). De igual manera, para el cuidado de niños, ancianos, enfermos y personas con discapacidad sin recibir pago, ellas invertían 28 horas semanales respecto de las 15 horas de ellos.
La Encuesta Nacional sobre la Dinámica de las Relaciones en los Hogares 2016 del INEGI, reportó que 22.1% de las mujeres ha sido objeto de discriminación laboral a lo largo de su vida; y que, entre 2011 y 2016, al 11.8% de aquellas que trabajaron les fue solicitada una prueba de embarazo, lo que atenta contra su privacidad y su derecho a no ser discriminadas.
En el Conversatorio “El impulso de las mujeres para obtener un mejor trabajo”, realizado el pasado 27 de noviembre por la Secretaría de Trabajo y Fomento al Empleo y la Procuraduría de la Defensa del Trabajo de la ciudad, en el que tuve la oportunidad de participar, se analizaron diversas problemáticas sobre la situación laboral de las mujeres y se destacaron aspectos para contribuir a su tutela, como son los derechos de acceso a la información y a la protección de los datos personales.
El acceso a la información nos permite conocer los salarios, las vacantes, los servicios de seguridad social, y otros datos de utilidad para el derecho al trabajo. Al primer semestre de 2019, el tema del empleo fue de interés para las y los capitalinos, pues representó el 6.8% de las solitudes de información.
Por su parte, la protección de los datos personales impide intromisiones a nuestra intimidad. Por eso, cuando estos datos sean requeridos para una finalidad laboral, deben ser proporcionales y otorgados con un consentimiento informado, cuidando su confidencialidad.
La activista Bella Abzug sostenía que “la prueba para saber si puedes o no tener un trabajo no debería ser la disposición de tus cromosomas”. Para enfrentar a la realidad asimétrica en la que vivimos, las mujeres que trabajamos por la igualdad laboral tenemos como espada de lucha al derecho a saber y como escudo defensor a la protección de nuestros datos personales, aprendamos a usarlos.
Comisionada Ciudadana del Instituto de Transparencia de la Ciudad de México (INFO)
Twitter: @navysanmartin
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