@guerrerochipres
Este muro se derrumba lenta pero definitivamente.
Desde la Ciudad de México y para todo el país, es visible e inadmisible el daño a las mujeres que histórica y estructuralmente naturalizó la cultura popular y el comportamiento cotidiano.
Reconocer que la nueva situación en que un matrimonio es insoportable y puede ser literalmente mortal, una caricia incómoda o un delito grave contra el cuerpo de una mujer es parte de un escenario que dicta la nueva realidad.
La sucesión de movilizaciones y eventos trágicos que antes eran solamente policiales ha contribuido al desvanecimiento de aquellos estereotipos y violencias cada vez más extendidamente inaceptables.
En las redes sociales y en los medios convencionales se modificó para siempre el valor que tiene una mirada inapropiada o una imagen que comporta esa inconveniencia social que da sentido, por ejemplo, a la Ley Olimpia. Una mirada o una imagen puede ser la diferencia entre el cuidado y el acoso, entre la libertad o una sanción eventualmente cercana hasta lo penal.
Lo masculino se ha transformado por impacto del empoderamiento de lo femenino como no sucedía hace cuarenta años de aquellas viejas luchas feministas. Desapareció, provisionalmente quizá, el cazador y el colonizador para abrir una oportunidad a otro tipo de varón. Antes de ser retirado ha alcanzado a mutilar personas y vidas de mujeres.
El más fuerte ya no es, al menos no necesariamente y no siempre, el que golpea primero o el que habla más fuerte.
El cliché asociativo del varón a ciertas actividades y prácticas dejó de tener sentido para toda una nueva generación.
Los modelos se modificaron. En una atmósfera de renovación que tiene impacto en todo el país, la Ciudad de México se ha mostrado, a nivel mundial, como un territorio para la inclusión y la tolerancia. En ninguna otra ciudad existe garantía de expresión casi absoluta y desde ninguna otra ciudad se genera el modelo que sustituye al previo.
Existen masculinidades alternas aunque al mismo tiempo emergen micromachismos que pueden con sus respectivas violencias aplicar ahora algunas mujeres contra otras o contra varones.
Todos los géneros se igualan en fortalezas y debilidades.
Un machismo más violento y mortal genera todavía feminicidios. Uno más sutil simula combatir las violencias previas al mismo mientras hegemoniza el entorno del cuerpo, el tiempo y el poder inmediato.
En medio de la aprobación de la Ley Olimpia, de la Alerta por Violencia contra las Mujeres desde la determinación de la jefa de Gobierno, Claudia Sheinbaum, en diálogo con este tiempo, un movimiento social que late con fuerza en todo el mundo, deja la oportunidad del hombre para reeducarse.
La nueva masculinidad, probable a partir de la comprensión del derrumbe del muro de los modelos previos, es una oportunidad en la vida cotidiana, en la construcción de la nueva comunidad política progresista del país siempre que respeten el cuerpo ajeno, la ley y el espacio del otro.