Gran parte de la información dada a conocer hasta ahora, nos permite esperar un cierre muy modesto de la economía mexicana.
Quizá, las ventas minoristas que al cierre del tercer trimestre del año crecieron 3.1% anual, podrán ser el “salvamento” para un cuarto trimestre que pueda concluir con marginal aumento apoyado también por el aumento en el nivel de remesas. Los otros rubros que aún mantienen expansión son el sector primario que crece a ritmos de 5.4% anual pero que pesa apenas 3.7% en el PIB Nacional y energía eléctrica, luz y agua con aumento a 2.3% anual.
Pero hacia 2020 hay factores internos y externos que pueden obstaculizar la recuperación de la economía.
En el ámbito externo, existe una preocupación por una mayor desaceleración mundial, especialmente con China y las materias primas en la medida de no concretarse o materializarse el Acuerdo Parcial Fase Uno entre Estados Unidos y China, así como todo lo que tiene que ver con el comercio exterior. El factor de política monetaria de la FED (que por cierto tendrá la decisión esta semana y en donde no se espera un cambio en la tasa de referencia) ha disminuido entre los riesgos de analistas y el mercado mismo.
Será muy importante el desarrollo del proceso electoral en Estados Unidos. Primero, por el desarrollo muy probable del juicio político al Presidente Trump, que en caso de superar este obstáculo, saldrá muy fortalecido y el comportamiento de las bolsas americanas hasta ahora, así lo manifiestan. Nos preocupan algunas propuestas de diferentes candidatos por parte del partido demócrata. En especial, todos los puntos ligados hacia la economía. Elizabeth Warren busca una propuesta de Ley para investigar las megafusiones registradas en los últimos 20 años y prohibirlas hacia el futuro, especialmente en el sector tecnológico, así como los impuestos a multimillonarios, mientras que Joe Biden, busca revertir la reforma fiscal ante el creciente déficit fiscal que registra el gobierno americano. Para los mercados, estas alternativas mostrarían signos más negativos, vendrían probables caídas en bolsas y una afectación a la confianza y al crecimiento de la economía más fuerte del mundo hoy.
En la parte interna, preocupa la inseguridad pública, la incertidumbre de política interna, la falta de derecho, la impunidad y la corrupción que forman parte de un “problema de gobernanza” que al final afecta la confianza hacia la inversión y el consumo. Estos elementos han generado una preocupación sobre el debilitamiento del mercado interno, el riesgo sobre la plataforma de producción diaria de crudo que puede incidir en ajustes a la baja en la calificación crediticia de Pemex y de la nota soberana de México. La ausencia de un cambio estructural es una preocupación que mes a mes crece entre analistas e inversionistas en los mercados financieros.
El T-MEC para México es esencial, porque le brinda una “mayor certeza” a la inversión directa y en algo ayudará hacia el próximo año en caso de una pronta ratificación.
Hasta ahora, el gobierno ha sido muy responsable del manejo de las finanzas públicas, con una política de gasto público muy prudente y el manejo del superávit primario, una política tributaria que para este 2020 será relevante por su peso en los ingresos, pero que aleja la inversión, y por lo tanto, el riesgo de que, en caso de no cumplirse con lo presupuestado, el nivel de endeudamiento del sector público se vea presionado.
Será un cierre de año con noticias de Banxico y la FED, pero también del seguimiento al Acuerdo Parcial Fase Uno y al T-MEC.