López Obrador anota un hit al firmar el T-MEC en casa
Aunque su genética es comercial, el Tratado México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC) fue más un acuerdo político que se consiguió tras momentos de tensión en la relación bilaterial, en el que algunos apostaban que no hubiera acuerdo ni en éste ni en otros temas, y finalmente el Gobierno mexicano logró que se firmara en casa.
“Es un acuerdo político, sin eso no se logra nada. Y en ese marco creo que estoy obligado a reconocer el trato respetuoso que recibimos del presidente Donald Trump”, expresó el presidente Andrés Manuel López Obrador durante la firma del acuerdo modificatorio realizado en Palacio Nacional.
Y no sólo externó ese agradecimiento a su homólogo de manera pública, en un sólo día agradeció hasta en tres ocasiones previas: primero, en conferencia matutina, después en la conversación telefónica que tuvieron y mas tarde en el mensaje de Twitter donde consignó la llamada.
López Obrador atizó que el tratado incluso favorece la inversión, el desarrollo económico y la generación de empleos en la región, lo que permite atender otros factores como la migración, una demanda trumpista, pero que puede ser atendida bajo la perspectiva lopezobradorista: sin el uso de la fuerza y medidas coercitivas.
El anfitrión mexicano, quien ahora sí recibió en su casa a Jared Kushner, director de la oficina de Innovación de la Casa Blanca y yerno de Trump, también se llevó no una, sino dos flores.
Y es que Robert Lighthizer, negociador de Estados Unidos para el T-MEC, no sólo le extendió los mejores deseos que Trump tiene hacia el Ejecutivo y México, sino su admiración personal.
“A nivel personal le quiero decir que hemos seguido su carrera. Me parece que es una carrera extraordinaria, todo mundo en nuestra administración le está echando porras”.
Chrystia Freeland, viceprimera ministra de Canadá, no entró a lo político: lograr un tratado progresista, con reglas claras, cuando en el mundo es muy difícil generar acuerdo de esta naturaleza.
Con el positivismos de los invitados, al secretario de Relaciones Exteriores, Marcelo Ebrard, quien siempre ha dado la cara por México frente a Trump, no le quedó más que decir que “misión cumplida”.
Tras la firma, los invitados y la delegación mexicana fueron congregados en una comida en Palacio Nacional, para la que se cerró el paso a la prensa.
Sin riesgos
En conferencia de prensa posterior, el canciller Ebrard acotó que al ser un acuerdo entre los Ejecutivos de los tres países, y que Nancy Pelosi, presidenta de la Cámara de Representantes, manifestó estar a favor del acuerdo y la adenda, el acuerdo ya no puede tener cambios.
Los representantes estadounidenses tendrán que ratificar el documento completo y la adenda, y se tiene conocimiento de que lo harán antes del 20 de diciembre, mientras que se espera que en el Senado se dé forma expedita.
Jesús Seade, subdirector para América del Norte, resaltó que con la adenda, México obtuvo una doble “medicina” con el establecimiento de paneles, pues se logró algo que en 26 años no se obtuvo con el tratado anterior: acuerdos informales.
Además, se eliminaron inventos que no existen en ningún tratado comercial como los “aranceles estacionarios”, y se postergaron modificaciones para productos de aluminio y acero.
Obsesión
El director del Centro de Desarrollo Sostenible de la Universidad de Columbia, Jeffrey Sachs, consideró que el presidente, Andrés Manuel López Obrador, es un activista social obsesionado con el petróleo. “México está bendecido con luz solar en el desierto de Sonora, mucho viento en el Golfo de México, energía hidráulica; cuenta con un potencial enorme, pero el nuevo Presidente, está obsesionado con Pemex (…) piensa que el petróleo es su solución”, dijo en la reunión de la Unión Interparlamentaria, que tiene lugar en el Congreso de los Diputados de España.
LEG