Por las dinámicas que imperan en la Ciudad de México, nos hemos acostumbrado a vivir en una especie de vorágine diaria. Para adaptarnos a ella y aprovechar al máximo el tiempo, gran parte de nuestras actividades las desarrollamos usando tecnologías de la información y de la comunicación (TICs).
Sin duda las TICs han transformado las formas de relacionarse de las y los capitalinos entre sí y con sus autoridades. Su aplicación busca facilitar servicios y trámites; favorecer otros derechos como la seguridad, la salud, el trabajo o la educación; así como, abrir nuevos mecanismos de comunicación y de participación ciudadana.
El entorno digital ofrece una serie de ventajas y potencialidades, sin embargo, también ha sido empleado de manera negativa, tal es el caso de ejercer la violencia de género “en línea”.
El “doxing” (revelar en Internet datos o documentos personales sin consentimiento, con el objeto de causar angustia, pánico o alarma), la “sextorsión” y la distribución no consentida de imágenes íntimas para estigmatizar o perjudicar a una víctima (“porno venganza”), son ejemplos de nuevas formas de violencia contra la mujer ligadas a las TICs.
Desde 2015, la Comisión sobre la Banda Ancha de las Naciones Unidas, en su informe “Combatir la violencia en línea contra las mujeres y las niñas: Una llamada de atención al mundo”, advertía que un 73% de las mujeres se había visto expuesta o experimentado algún tipo de violencia en la red.
Pese a lo anterior, una de cada cinco usuarias de Internet vive en países donde es muy baja la probabilidad de que se castigue el acoso y abuso contra las mujeres en línea.
En el “Informe de la Relatora Especial sobre la violencia contra la mujer, sus causas y consecuencias acerca de la violencia en línea contra las mujeres y las niñas desde la perspectiva de los derechos humanos” de 2018, se enfatiza que el 90% de las víctimas de la distribución digital no consensuada de imágenes íntimas son mujeres.
De acuerdo con la ONU, si se quiere que Internet sea un espacio seguro para las personas, se deben construir tres cimientos: 1) sensibilización para prevenir la violencia mediante cambios en las actitudes sociales, 2) medidas de control y seguimiento para reducir al mínimo los riesgos, y 3) establecer sanciones en leyes y velar por su aplicación.
En la Ciudad de México, se aprobaron reformas al Código Penal y a la Ley de Acceso de las Mujeres a una Vida libre de Violencia, iniciativa conocida como la Ley Olimpia, que penaliza la violencia digital en contra de las mujeres.
En el INFO, como parte de las acciones de capacitación, abrimos espacios de reflexión académica sobre cómo el entorno digital puede ser aliado del derecho a saber y de la protección de los datos personales en favor de la calidad de vida de las personas.
En palabras de Phumzile Mlambo-Ngcuka, Directora Ejecutiva de ONU Mujeres, la violencia en línea ha convertido a Internet en “un lugar escalofriante que permite la crueldad anónima y facilita los actos perniciosos contra mujeres y niños», por ello, si queremos reivindicar y aumentar las oportunidades que las TICs ofrecen, es necesario “reconocer la magnitud y gravedad de los daños infligidos y tomar medidas fuertes y concertadas para afrontarlos y suprimirlos».
Quiero desear a los lectores, una Feliz Navidad y un gran Año 2020.
*Comisionada Ciudadana del Instituto de Transparencia de la Ciudad de México (INFO).
Twitter: @navysanmartin
gac