Adrian Trejo

Ahora que se conoce el reporte médico del ex embajador en Argentina, Ricardo Valero Recio, vale la pena preguntar por qué no se revisaron sus antecedentes de salud antes del nombramiento.

La carta redactada por la neuróloga que trata los padecimientos del diplomático, revela que desde el año 2012 le fue retirado un tumor cerebral pero en los años siguientes, como secuela de esa intervención, había presentado cambios de conducta.

¿Lo sabía López Obrador antes de proponerlo al Senado como embajador en Argentina? ¿Lo supieron en algún momento los legisladores que avalaron el nombramiento?

¿Por qué la familia no se lo hizo saber al Presidente para evitar la pena que ahora están padeciendo y que echó a la basura la trayectoria del diplomático mexicano?

El debate se abrió y ahora en las redes sociales está el reclamo de que todo aquel funcionario que aspire a representar al país, en cualquier cargo, presente antes un estudio psicológico y de salud en general.

No es un tema nuevo, cierto, pero quienes lo revivieron tienen el pretexto justo y creíble de que se trata de una necesidad.

Cuando se conoció que Vicente Fox tomaba antidepresivos, sus adverasarios impulsaron el tema de que los candidatos a la Presidencia se sometieran a exámenes psicológicos, para evitar sorpresas.

El tema fue bloqueado por el PAN y el PRI (suponemos arrepentidos ahora) y a lo que más se llegó fue a una prueba antidoping; del examen psicológico, nada.

Quién sabe si a raíz de este particular suceso, que se quiera o no marcó al país para mal, el Senado o los diputados tomen cartas en el asunto.

Por lo pronto el ex embajador estará en tratamiento mientras que el país igualmente trata de limpiar la imagen del diplomático -por eso se hizo pública la carta de la doctora- y minimizar el daño al prestigio del país.

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El “informito’’ se adelantó y, tal como era esperado, no hubo novedades.

Sigue sin saberse a ciencia cierta qué fue lo que pasó con el helicóptero en el que murieron, hace un año, la gobernadora de Puebla, Martha Erika Alonso y su esposo, el ex gobernador y entonces senador Rafael Moreno Valle.

El secretario de Comunicaciones, Javier Jiménez Espriú, aseguró que la tesis del atentado está descartada porque “no se encontraron rastros de pólvora o de un balazo’’.

Pero los atentados se preparan de muchas maneras: un mal intencionado “mantenimiento’’, un tornillo mal apretado, un cable cortado.

Es decir, que si Jiménez Espriú reduce la posibilidad del atentando a la ausencia de rastros de pólvora o un balazo, está cometiendo un grave error.

Como sea, el funcionario dijo, como le informamos ayer, que habría en el primer trimestre del año un informe final “que no dejará lugar a dudas’’ sobre las causas del accidente que le costó la vida a cinco personas, incluidos los políticos poblanos.

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Este 2019 terminará como el año más violento en la historia del país, desde que se contabilizan para estadísticas los homicidios dolosos.

Estaremos por los 32,000 homicidios, lejos, muy lejos de la pacificación prometida.

Seguridad y economía, los dos pendientes del Gobierno de la 4T, que esperamos, todos, independientemente del signo partidista, se puedan resolver el año 2020.

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Esta es la última publicación del 2019. A todos quienes nos favorecen diariamente con su lectura, sus comentarios y críticas, deseamos felices fiestas y un futuro 2020 mejor. Que así sea.

Nos leemos en enero.

LEG