@osdtagle
Tras confirmarse los pronósticos de expertos y analistas sobre que el 2019 cerraría como el año más violento en la historia moderna de México, lo que se espera para este 2020 es un panorama similar y poco alentador en materia de seguridad.
Durante los tres primeros días de este año se registraron enfrentamientos armados entre sicarios y policías en Nuevo Laredo, Tamaulipas con saldo de cuatro muertos, la riña en el penal de Cieneguillas, Zacatecas que dejó 16 reos fallecidos, el homicidio de un policía ministerial en la Costera Miguel Alemán de Acapulco, Guerrero, y el torso de un cuerpo humano colgado en un puente del municipio de Cárdenas, Tabasco, hechos violentos que advierten un difícil escenario para el resto del 2020.
La situación se podría complicar si la narrativa oficial sigue siendo triunfalista a pesar de que no alcanzaron los resultados que se esperaban durante el primer año de Gobierno de López Obrador, pero sobre todo si mantienen el tono retador con el cual dejan claro que mantendrán su “estrategia”, la que se apoya directamente en la Guardia Nacional, entiéndase fuerzas federales y programas sociales, que tampoco han permitido observar alguna mejoría en este rubro.
Analistas, expertos y sociedad civil coinciden en señalar que es necesario darle claridad a la política de seguridad, que los elevados índices delictivos son el resultado de la falta de una estrategia, el debilitamiento de instituciones de seguridad y justicia, los actos de corrupción, la penetración de la delincuencia en corporaciones policiales, el bajo sueldo que perciben y los malos tratos de los que son objeto, además del recorte a los recursos para este rubro.
Francisco Rivas, director del Observatorio Nacional Ciudadano, va más allá y considera urgente la salida de Alfonso Durazo de la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana, ante la ausencia total de estrategia y de diagnósticos e indicadores definidos que permitan implementar la toma de decisiones acertadas.
Pareciera que esos señalamientos llegaron hasta Durazo, quien el primer día del año dio respuesta a través de su cuenta de Twitter al reconocer que esté 2020 lo “iniciamos con pendientes y retos”, en materia de seguridad. Anunció además que ampliarán el despliegue de la Guardia Nacional en 50 nuevas regiones, para alcanzar 200 en este año y que reclutarán más de 21 mil nuevos elementos para fortalecer su presencia en todo el país.
Sin embargo, López Obrador aclaró que no cambiará su estrategia y en un afán de controlar todo, exhibió a varios gobernadores por no acudir a las reuniones matutinas con su gabinete de Seguridad, lo que derivó en un enfrentamiento con los mandatarios locales quienes señalaron que el Gobierno federal pretende transferir a los estados la responsabilidad del fracaso del Gobierno federal. “No por madrugar amanece más temprano ni se obtienen mejores resultados”, dijeron.
Ante esta actitud vale la pena consultar los datos del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública que confirman que, en el período de diciembre 2018 a noviembre 2019, es decir, el primer año de gobierno de López Obrador, se acumularon 35,595 víctimas de homicidio doloso, lo que representa un crecimiento de 3.75% si se compara con los doce meses previos.
De acuerdo con el ONC, si comparamos este primer año de Gobierno federal con respecto al mismo periodo del año anterior, los casos de homicidio doloso crecieron un 2.47%; los de feminicidio 16.65%; los de secuestro 7.60%; los de extorsión 30.62%; los de robo con violencia 0.04%; los de robo a negocio 5.57%; los de violación 11.74%; los de trata de personas 34.39%; los de narcomenudeo 19.57%.
Y advierte que la Guardia Nacional, en la que apuesta este Gobierno su éxito contra la violencia e inseguridad, está lejos de ser la institución anhelada para pacificar el país ya que los incipientes recursos destinados a esta no permiten que se pueda consolidar con rapidez.
De continuar con esta dinámica es muy probable que la frase “este año será el más violento” se repita indefinidamente.