Durante décadas, ha existido un conflicto entre Estados Unidos de Norteamérica e Irán, el cual llegó a un punto crítico el pasado 3 de enero, cuando el presidente Donald Trump ordenó un ataque selectivo, cuyo resultado fue la muerte del General Qasem Soleimani, considerado un héroe militar en su país y pieza fundamental de los ataques contra las fuerzas estadounidenses en el Medio Oriente.
En respuesta, el líder supremo de Irán, Alí Jamenei, prometió vengar la muerte del General Soleimani. Este conflicto podría implicar mayores repercusiones no sólo para los países en conflicto, sino para el mundo entero.
Ante esta problemática, diversos actores internacionales han emitido opiniones. Por ejemplo, la relatora especial de la ONU sobre Ejecuciones Extrajudiciales, Agnes Callamard, cuestionó el argumento del presidente Trump, al señalar que no existía una justificación real para disuadir futuros planes de ataques iraníes, ya que según el derecho internacional, un hecho futuro o presunción de hecho, no implica que exista un peligro inminente.
Algunos países se han posicionado por la vía del diálogo para evitar una posible Tercera Guerra Mundial. En el caso de México, la Secretaría de Relaciones Exteriores pidió a ambos países priorizar el diálogo y la negociación para la solución de controversias internacionales. Por su parte, el presidente López Obrador ha evitado fijar una postura respecto al conflicto internacional, volviéndose a respaldar en los principios señalados en el artículo 89 constitucional.
Hoy nos encontramos en un período de incertidumbre internacional, del cual podrían derivarse situaciones delicadas para todos los países. Por ejemplo, tratándose de combustibles, los precios del petróleo pueden fluctuar en demasía, afectando a las economías mundiales, en especial la de aquellos países que dependen de ese hidrocarburo.
El mundo está cambiando y México debe tener la altura política para hacer frente a los posibles conflictos internacionales que se presenten.