Las extorsiones telefónicas que realizan los internos en los reclusorios pueden dejar botín desde 30 mil a 80 mil pesos a la semana, manifestaron fuentes penitenciarias de alto nivel.
“Tienen guiones escritos donde dicen que son integrantes de la delincuencia organizada y le advierten a la víctima que en caso de no hacer el depósito, acudirán a su domicilio para balearlos o secuestrar a alguno de sus familiares y realizan de 20 a 30 llamadas por día a la semana llegan a ganar 30 mil pesos”, apuntaron.
Las fuentes consultadas detallaron que los guiones son de varios rubros desde el familiar que llegó desde Estados Unidos, el de la niña que levantaron saliendo de la escuela, “utilizan palabras altisonantes e incluso refieren las placas del auto”.
Destacaron que los delincuentes obtienen la información a través de las redes sociales, “es muy fácil extorsionarlos porque los datos que ellos obtienen son verídicos. El terror es una herramienta poderosa, muchos de los extorsionadores que estaban en prisión ya están libres y realizan las llamadas desde de su casa”.
Indicaron que este sector adquiere los chips por ejemplo en Reynosa, Oaxaca, Guerrero y la Secretaría de Comunicaciones y Transportes tiene ubicados esos chips entonces supone que el delito se realiza desde la frontera u otra entidad cuando en realidad están en la Ciudad de México.
Armando Rodríguez, integrante del Colectivo de Análisis de la Seguridad con Democracia (Casede), indicó que existe poca capacidad de control con los custodios que tienen relación constante con los presos de mayor peligrosidad, resaltó que además de la corrupción se tiene una ineficacia para controlar a esta población.
“Uno de los señalamientos que se ha hecho tanto de Naciones Unidas, como de la Comisión Nacional de Derechos Humanos es que para fortalecer al sistema penitenciario en el sentido de tener mayor control sobre los reos, es necesario establecer criterios de clasificación y desarrollar instalaciones adecuadas para ubicar y reubicar a los internos de mayor peligrosidad para mejorar sistemas de control”, precisó.
Abundó que la mayoría de estos delitos ocurre principalmente en los penales estatales como Jalisco, Baja California, Tamaulipas, Michoacán, Ciudad de México, entre otros.
“El sistema penitenciario padece de corrupción y reos de cierto poder, es decir jerarquía pueden acceder a los celulares, mantiene contacto con miembros de su grupo criminal para que recojan el dinero, además este delito se permite porque hay una nula capacidad del sistema penitenciario para dividir a los presos de mayor peligrosidad a los que son menos peligrosos”, subrayó.
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