José Ángel N –el menor de 11 años que asesinó a su maestra e hirió a seis personas y después se suicidó– fue incinerado este domingo; en tanto María N, docente de Inglés –quien recibió dos disparos, uno de calibre .40 y otro de .25 en el tórax y cráneo que le provocó una hemorragia cerebral– fue sepultada en Gómez Palacio, Durango, de donde era originaria.
Los hechos ocurrieron el viernes pasado cuando el niño, quien cursaba el sexto año de primaria en el Colegio Cervantes, en Torreón, Coahuila, disparó nueve balas de dos armas de fuego.
Respecto a los heridos, el secretario de Salud de Coahuila, Roberto Bernal, y el director médico del Sanatorio Español, Guillermo Siller, informaron que este lunes serán dados de alta dos alumnos y un profesor. El resto de los lesionados están fuera de peligro.
En tanto, autoridades del plantel indicaron que se suspenderán las clases al menos uno o dos días.
Criminalistas consultados por 24 HORAS indicaron que esta tragedia se deriva por el aumento de violencia, “este caso lamentablemente no va a ser el único porque tenemos 10 generaciones con este perfil, ya no les asusta matar o privarse de la vida”.
Abundaron que el niño probablemente no sufría trastorno antisocial de la conducta y cualquier individuo es capaz de proceder de esa forma, “así los estamos educando, en tanto se requieren políticas públicas”.
Por otra parte, el director ejecutivo de la Red de los Derechos de la Infancia en México (REDIM), Juan Martín Pérez, comentó a este diario que se requiere hablar con los jóvenes e identificar que ocurrió y cómo pueden cambiar las cosas.
“Sería deseable, pensar en una lógica de justicia restaurativa la cual ayuda a entender a las dos partes implicadas a conocer los detonantes del ofensor en este caso el niño, así como el daño ocasionado a las víctimas”, expresó.
También recordó que especialistas de la Universidad de Salamanca, España, y Equipo de Intervención en Crisis de Nuevo León, darán apoyo emocional -alrededor de 2 mil personas- entre alumnos, docentes y padres de familia. Cuestionado sobre en cuánto tiempo las víctimas podrían superar este trance, enfatizó que depende de su entorno familiar.
LEG