La economía mexicana tuvo un 2019 un año para el olvido. Entró en recesión por primera vez en diez años ante una desaceleración del consumo, una fuerte contracción de la inversión productiva, un subejercicio fiscal – especialmente en infraestructura – y un desempeño comercial favorable pero no alcanzó para compensar los choques negativos que abatieron a la actividad productiva.
En contraste, el índice de confianza del consumidor cuenta una historia completamente diferente. Desde que se conoció el triunfo en las urnas de AMLO en diciembre de 2018, los consumidores han señalado de manera consistente que su expectativa sobre el desempeño de la economía presente y futura es mejor respecto al año inmediato anterior. ¿Qué significa esto? Que la población percibe que la situación está mejorando. Sin duda, algo que se contradice por completo con los datos duros de la economía.
En este sentido, si los datos de la actividad económica no están explicando el desempeño de la confianza del consumidor ¿qué existe detrás de esto? Resulta interesante compartirles el siguiente gráfico, en el cual estamos contrastando el desempeño de la confianza del consumidor con la aprobación de AMLO, de diciembre de 2018 a diciembre de 2019.
Un mes antes de que AMLO tomara posesión, ya contaba con una aprobación del 77% de acuerdo con la encuesta que levanta El Financiero, al tiempo que la publicación del INEGI colocaba a la confianza del consumidor en 44.5 puntos, la cifra más alta registrada desde noviembre de 2006. Al tomar posesión AMLO e iniciar con su mandato presidencial, su aprobación se incrementó en 6 puntos porcentuales, ubicándose en 83%. En tanto, la confianza del consumidor avanzó 4.1 puntos para colocarse en 48.6 – la cifra más alta registrada por dicho índice desde que se calcula, en abril de 2001.
Posteriormente, iniciaron una serie de eventos que en cualquier otro sexenio podrían haberse interpretado como choques negativos a la popularidad de un presidente de México: (i) cancelar una inversión multimillonaria y estratégica como la del Nuevo Aeropuerto de la Ciudad de México, (ii) desabasto de gasolinas como consecuencia del combate al huachicol, (iii) paro de normalistas ante problemas de negociaciones salariales y sindicales en algunas regiones del país,(iv) tensiones diplomáticas con Estados Unidos; (v) percepción de mayor inseguridad en el país, principalmente.
Si bien el cúmulo de todos estos factores afectaron negativamente al nivel de aprobación de AMLO, el presidente pudo mantener niveles de aprobación del 68%, significativamente por encima de los niveles de Peña Nieto y cercano a los niveles de aprobación en promedio más altos que Fox y Calderón lograron mantener en sus respectivos sexenios. Lo interesante fue que la confianza del consumidor siguió una tendencia muy similar a la observada con la aprobación de AMLO, retrocediendo hasta 43.2 puntos cuando la aprobación alcanzó el nivel más bajo, de 68%.
Finalmente, al cierre del año, la ratificación del T-MEC por parte de México, Estados Unidos y Canadá fue un factor que contribuyó a darle un nuevo empuje a su aprobación – a pesar de que la información económica dio evidencia de que entramos en un ciclo recesivo y de que datos de inseguridad dieron cuenta de que 2019 ha sido uno de los años más violentos en la historia contemporánea de nuestro país. Por su parte, la confianza del consumidor quizás no siguió el mismo ritmo de avance que la aprobación de AMLO – que ha iniciado 2020 ya con un 72% – pero logró incrementarse marginalmente hacia 43.4 puntos.
La gráfica 2 nos permite ver cómo ésta especie de “luna de miel” entre AMLO y los mexicanos ignora el pobre desempeño de la actividad productiva del país.
De diciembre de 2018 a octubre de 2019, que es la información más reciente que publica INEGI sobre el Indicador Global de la Actividad Económica (IGAE, por sus siglas y considerado el Producto Interno Bruto publicado mensualmente) ha registrado únicamente 4 meses con una tasa de crecimiento anual positiva y que no ha logrado siquiera pasar el 1% de avance anual. ¿Esto es bueno o malo? Bueno, si tomamos en cuenta que la economía mexicana ha crecido en promedio 2.3% anual desde 1994, estamos muy por debajo del ritmo al que nuestro país suele crecer mes con mes. Esto claramente no ha “movido la aguja” para los mexicanos en su percepción sobre la gestión de AMLO.
Y esto lo redondeamos con la confianza del consumidor en la última gráfica que les quiero mostrar hoy.
Comparada con la situación económica que los miembros de este hogar tenían hace 12 meses ¿cómo cree que es su situación en este momento?…¿Cómo considera usted la situación económica del país hoy con la de hace 12 meses?
Estas son dos de las principales preguntas que el INEGI levanta cada mes en su encuesta para calcular y publicar el índice de confianza del consumidor. Para los mexicanos, en promedio, desde diciembre de 2018 hasta diciembre de 2019 les hicieron 13 veces las mismas preguntas. En las 13 ocasiones, consideraron que la situación no está mal. Desde sus hogares y lo que ellos perciben del país es que lasituación no está peor.
En contraste, el PIB nos ha dicho cada mes que se está haciendo más pequeño de lo que estaba un año antes. Las cifras de noviembre y diciembre aún son desconocidas (barras punteadas en las dos gráficas anteriores). Desde la perspectiva de quien esto escribe y en línea con los estimados de los analistas sobre el crecimiento del PIB en 2019, no podríamos esperar un repunte. Muy probablemente, continuamos viendo crecimiento negativo en los últimos dos meses del año pasadoy la confianza del consumidor y la aprobación de AMLO permanecieron positivas.
¿Qué hay detrás de esto? Quizás vale la pena pensar en los cinco factores mencionados al principio que mermaron ligeramente la aprobación de AMLO y podemos encontrar que el presidente está en línea con su discurso bajo el cual 30 millones de mexicanos le dieron su apoyo para tomar la silla presidencial.
(i),(ii) Cancelación de la construcción del Nuevo Aeropuerto y desabasto de gasolinas: Forman parte del combate a la corrupción a los ojos de AMLO y su electorado. Ambos eventos eran esperados por ellos y lo vieron en promedio de manera favorable.
(iii) El paro de los normalistas: AMLO se mantuvo al margen y no fue vocal en este tema. Lo dejó fluir y que se resolviera paulatinamente. No emitió una posición directa, al tiempo que el sector educativo – de donde proviene una masa importante de sus electores – se siguió viendo apoyado por él en cuanto echó para atrás a la reforma educativa de Peña Nieto. Por lo tanto, esto siguió siendo algo bueno para sus simpatizantes y votantes.
(iv) Tensiones diplomáticas: El balance neto fue positivo con la resolución del conflicto migratorio y la ratificación del T-MEC, por lo que esto no influyó.
(v) Percepción de inseguridad: Quizás este factor dará mucho de qué hablar hacia adelante y es una “bomba de tiempo” y la principal amenaza que AMLO, Morena y la 4T enfrentarán en términos de aprobación. Este puede ser el “talón de Aquiles” para AMLO que, de no resolverse, podría afectar hacia adelante su aprobación.
Ante esto último, de seguir empeorando, una hipótesis podría ser que el tema económico (de no seguirse deteriorando) podría ir ganando terreno para los ojos de los consumidores.
En estos momentos, México sigue viviendo dos visiones contradictorias: la negativa de los datos económicos y la positiva del discurso de AMLO viéndose respaldado por la mayoría de los mexicanos que siguen con la expectativa de que el presidente logre eliminar la corrupción en el gobierno.
cs