En las primeras horas del jueves, Manolito Malaluan partió con un grupo de rescatistas para transportar a dos caballos atrapados en una isla filipina en la que un volcán ha arrojado cenizas por días.
Con una lancha, y desafiando las advertencias oficiales para mantenerse fuera de una zona de peligro alrededor del volcán Taal, uno de los más activos en la nación del sudeste asiático, lograron rescatar algunos animales.
“Dos caballos se pusieron a relinchar cuando me vieron”, dijo Malaluan, de 23 años, a Reuters, tras llegar a un lugar más seguro con sus caballos, llamados Cristina y Bakasan. “Estaban felices porque volví”.
Más de 57.000 personas han abandonado sus hogares en la isla volcánica y sus alrededores, pero muchos también han regresado para ver cómo están sus animales y sus posesiones.
Las autoridades definieron una zona de exclusión de 14 kilómetros alrededor del volcán, y los expertos advirtieron que una erupción podría traer una lluvia devastadora de rocas y magma y desatar un tsunami en el lago circundante.
Los caballos se encontraban entre los que vivían en la isla y eran usados para llevar a los turistas al borde del cráter del volcán.
“No tendríamos comida en nuestras mesas si no fuera por ellos”, dijo Jun Despededa, de 21 años. “No sé qué haré ahora después de lo que sucedió”.
Alrededor de 1.000 caballos, vacas, cabras y cerdos se encontraban entre los animales que los residentes tuvieron que abandonar al dirigirse a áreas más seguras por temor a una erupción más grande.
Filipinas se encuentra en el “Anillo de Fuego”, un cinturón de volcanes que también es propenso a los terremotos.
EFVE