La posibilidad de contar con una vacuna contra el nuevo coronavirus de origen chino es lejana. La doctora Lucía Bricks, experta en el tema, señaló que el proceso de desarrollo de una vacuna tarda en promedio 10 años.
Pero ese tiempo es tan solo una aproximación. Pasaron siete décadas antes de que la vacuna del dengue estuviera disponible y aunque desde hace varios años diversos laboratorios cuentan con inversión para el desarrollo de las vacunas contra VIH y hepatitis C, éstas no se han concretado porque hay “agentes muy difíciles de trabajar”, comentó.
La también directora para Latinoamérica de una compañía farmacéutica europea explicó que para empezar a desarrollar la vacuna contra el nuevo coronavirus hace falta más información sobre la nueva cepa, pues la que se tiene hasta ahora es muy limitada.
Agregó que para identificar los antígenos que se deben incluir en la vacuna es necesario conocer con precisión el origen del nuevo virus, su inmunogenicidad, su actuación, sus formas de transmisión, entre otras.
Y una vez diseñada la posible solución, vienen las fases de experimentación con animales y posteriormente el testeo con humanos, para lo cual debe conocerse el grupo poblacional al que más afecta la enfermedad, abundó.
Finalmente vienen las fases de identificación de la fórmula más apropiada, la cual debe ser sometida a un nuevo testeo más amplio y duradero, y se concluye con la fase de eficacia.
“Cuando una enfermedad detona un problema de salud pública siempre va a haber interés en el desarrollo de vacunas”, pero “el programa de desarrollo es bastante largo y depende de los conocimientos que lleguen sobre este nuevo agente”, apuntó la médica pediatra graduada por la Facultad de Medicina de la Universidad de São Paulo, en Brasil.
gac