Ericka Hernández fue liberada de una red de trata de personas en 2012 por la hoy Fiscalía General de Justicia de la Ciudad de México (FGJ).
Se presentó a la joven ante los medios de comunicación, pues su liberación se publicitó como un golpe al crimen. Sin embargo, las autoridades nunca dieron el apoyo suficiente a Ericka para reintegrarse a la sociedad después de su liberación y seis años más tarde, en 2018, la joven de 23 años fue hallada muerta en la Ciudad de México.
El tormento de Ericka comenzó cuando tenía 14 años, cuando una mujer que fingió ser su amiga, la convenció de trabajar de repartidora de volantes en la colonia Portales, ahí conoció a un hombre que la inició en su adicción a los solventes, por lo que en poco tiempo la joven comenzó a vivir en situación de calle, en dónde tuvo dos hijos de los cuales uno fue robado cuando era recién nacido.
Después comenzó a ser explotada sexualmente en Paseo de la Reforma. Los tratantes la hacían subir a taxis junto con otros menores de edad.
Los conductores de las unidades las ofrecían a las jóvenes a otros hombres y las obligaban a entregar y trasladar paquetes de cocaína.
La joven también fue obligada a prostituirse en distintas calles de la ciudad, como Portales y Doctores; tiempo después fue trasladada a Tijuana, en donde fue forzada a mantener relaciones sexuales con taxistas y microbuseros.
Tiempo después, Ericka quiso rehabilitarse en un anexo de Azcapotzalco, pero dentro del centro fue abusada sexualmente por los padrinos, mismos que la esclavizaron como servidumbre en hogares de Cuernavaca.
La mujer nunca pudo reintegrarse a la sociedad y murió siendo adicta a las drogas en un cuarto cercano a la casa de su mamá.
Su madre aún busca justicia porque su hija estuvo desprotegida por las autoridades.
“Todo lo que luché y no se logró nada… Fui victimizada por ser la peor mamá, pero no importa… Ahorita todas las agresiones que sufro ya no me importan, ya sé vivir con eso”.
Con información de medios
EFVE