En febrero del año pasado, Alfonso Romo, jefe de la oficina presidencial, fue designado responsable del pomposo Consejo para el Fomento a la Inversión, el Empleo y el Crecimiento Económico.
Entre otras tareas, el empresario tenía que ser el enlace entre el entonces incipiente Gobierno y la Iniciativa Privada a fin de promover la inversión.
El nulo crecimiento de la economía en 2019 y la caída del empleo dan cuenta del fracaso del famoso Consejo y de los empeños de Romo por atraer capitales.
Ayer, el presidente López Obrador designó al regiomontano como cabeza de un gabinete económico en el que participarán la Secretaría de Hacienda, Economía, Trabajo, Comunicaciones, Relaciones Exteriores y Medio Ambiente, entre otros.
Su trabajo será igualmente tratar de fomentar inversiones del sector privado -nacional o extranjero- a fin de propiciar el crecimiento económico, ese que según el presidente López Obrador “no importa tanto como la redistribución de la riqueza’’.
¿Por qué fracasó Romo en el Consejo de febrero de 2019?
Nos consta que Romo hizo lo que pudo para concretar la participación de la iniciativa privada nacional en proyectos de infraestructura.
Logró compromisos de saliva y papel por inversiones multimillonarias que nunca se reflejaron en la economía nacional, por que los empresarios desconfiaron -¿desconfían?- del Gobierno que les cambió las reglas.
Derogó las rondas petroleras, cambió los contratos de los gasoductos firmados con la Comisión Federal de Electricidad, vetó a distribuidoras de medicamentos generando una crisis de desabasto, cambió las reglas para los inversionistas en energía limpias -en las que poco cree- y no ha dejado de criticar a los empresarios como “los conservadores’’ que se oponen al cambio de régimen.
Romo intentará ahora que los inversionistas le crean -quién sabe si tendrá que jurar por algo-; debe garantizar, primero que nada, que en las 137 magnas obras que se anunciarán algún día de febrero en las que podrán participar capital privado, no habrá cambio de reglas a conveniencia del gobierno o de los tiempos electorales.
El propio funcionario reconoció ayer mismo que “sin crecimiento económico (el Gobierno no tiene) nada que ofrecer’’.
Lo malo es que su jefe no piensa igual.
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Muy concurrida estuvo la plenaria de los senadores de Morena, encabezados por Ricardo Monreal, a la que asistieron miembros del gabinete presidencial y que hoy concluirá con una comida a la que asistirá el Presidente.
Más de cien temas de la agenda legislativa se analizaron ayer en la bancada mayoritaria, entre ellos los que se relacionan con la procuración y administración de justicia, cuyas iniciativas deben ser enviadas por el Ejecutivo la próxima semana.
Monreal anunció que el 12 de febrero se realizará una sesión de parlamento abierto para discutir el tema del outsourcing y la iniciativa de Napoleón Gómez Urrutia que busca criminalizarlo.
Se va a poner bueno.
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La Iniciativa Privada (Consejo Coordinador Empresarial, Coparmex, entre otros) anunció su intención de acudir a organismos internacionales por el tema del etiquetado de los productos nacionales.
Como sabe, los productos deberán contener información nutricional como la cantidad de azúcares, carbohidratos, grasas, calorías, que de acuerdo con los empresarios mexicanos constituyen una sobrerreacción al grave problema de obesidad que aqueja al país.
En los países en los que se agrega esta información a las etiquetas de los productos alimenticios, la obesidad no se ha reducido significativamente.
Y sí, quizá está bien volver la mirada a las etiquetas, pero también es cierto que en tanto los salarios de la mayoría de los mexicanos sean precarios será inevitable comer tacos, tortas y garnachas que se venden en cualquier lugar.
¿Será que la Cofepris también pedirá que a los tamales o a las tortas de chilaquiles les agreguen etiquetas nutricionales?