El objetivo es tener en la mente la imagen del cachito. Ya sea por ser parte del grupo de incautos que aplaude la medida presidencial o por estar del lado de los críticos que entienden que es un disparate rifar el avión presidencial.

Expertos como son en fijar la agenda pública, así sea con algo tan descabellado, ilógico y violatorio de la ley como usar la Lotería para rifar un avión rentado, logran que no haya una atención general a temas básicos como la inseguridad o la caída en la economía.

Pensar en el cachito no permite atender la gravedad de un instituto de salud inviable, de la falta de medicamentos para niños con cáncer o de cómo la oferta de abrazo a las víctimas se convirtió en portazo para no recibirlos.

La economía está estancada, los datos que hoy publica el Inegi no muestran otra cosa. Dan la razón a los que advertían que los otros datos estaban equivocados.

Muchos de los datos económicos muestran que en este año será difícil que cambie la suerte del Producto Interno Bruto, porque se mantiene una caída en la confianza de los inversionistas y por lo tanto de la inversión.

Justo debería ser el momento de mandar mensajes de confianza para que haya más ánimo de invertir en México.

La firma ayer por parte de Donald Trump de la ley de implementación del acuerdo comercial trilateral, el T-MEC, despeja el camino para que finalmente se resuelva ese complejo capítulo de tener reglas claras para el comercio en América del Norte. Pero no es la panacea.

La generación de confianza inicia por casa y es un pendiente. Por ejemplo, en materia de energía, México quedó fuera del apartado energético que sí firmaron Canadá y Estados Unidos.

La 4T quiere regresar al viejo y fracasado esquema de empresas monopólicas del Estado. Un modelo que ha fracasado, tanto para la industria petrolera como para la industria eléctrica. No solo en México sino en todo el mundo.

Este es uno de los temas que más atención ha generado entre los inversionistas, pero también entre las firmas calificadoras que esperan esas decisiones para determinar el futuro de la deuda de Pemex, pero también de toda la deuda pública mexicana.

Una vez más se postergó la fecha para presentar el plan de inversiones en infraestructura energética, se supone que mañana se presentaría, pero queda claro que los adelantos que da el propio presidente Andrés Manuel López Obrador no son buenos.

No es buena idea usar los capitales privados solo para que se conviertan en proveedores y no en socios que asuman los riesgos propios del sector energético. Este es un camino al fracaso.

En fin, no hay una rectificación de lo que no ha funcionado, hay una insistencia en los viejos modelos fracasados.

Y, en medio, lo que hay es una sociedad distraída con el cachito, con el billete de la Lotería Nacional, que hará que algún mexicano se gane la rifa del avión presidencial.

@campossuarez