@guerrerochipres

Durante cuatro meses, varias preparatorias, facultades y Colegios de Ciencias y Humanidades han protestado por la violencia de género al interior de sus instalaciones. Su petición es clara: la violencia, el acoso y el abuso de poder deben terminar.

Esto sucede 52 años después del movimiento del 68 y 20 después de la mayor huelga de la UNAM, lo que hace que la máxima casa de estudios atraviese un momento de tensión que debe ser analizado; todo sucede en torno a las asambleas estudiantiles, la marcha de las preparatorias 7 y 9, los embozados, al menos 11 planteles en paro, cerca de 70 mil alumnos varados y la incapacidad de alcanzar un punto de acuerdo.

En este conflicto es ineludible recordar a los grupos de choque y a los infiltrados en las marchas feministas de 2019. La Facultad de Artes y Diseño se unió al paro, por ejemplo, sin la mediación de una asamblea estudiantil; también se intentó tomar, sin éxito, la Facultad de Derecho y el propio director de la Facultad señaló que el ataque vino de personas con el rostro cubierto, quienes no son alumnos.

Otro ejemplo fue el llamado a paro total en la UNAM, del cual se deslindaron las activistas y colectivos estudiantiles.

Ayer por la tarde, al grito de “si no hay solución habrá revolución” y “vamos a quemar la Rectoría por machista y patriarcal”, un grupo de encapuchados hizo pintas, rompió vidrios y lanzó cohetones en la Torre de Rectoría de la UNAM.

Todos los movimientos legítimos padecen la intromisión de agentes que se aprovechan de la situación, desvían la atención y generan imágenes contradictorias respecto al origen de las demandas.

Combatir la violencia de género es una de las luchas que nos unen a todos, desde el año pasado se presentó claramente como un eje de las necesidades ciudadanas y del programa de Gobierno en esta capital. Ha tenido atención pública y publicada, también de política pública.

En el documento “Acciones de la UNAM por la igualdad de género establecidas en el Plan de Desarrollo Institucional (2015-2019)”, disponible en la página de la institución académica, se enlistan 25 acciones que se relacionan con el procedimiento disciplinario en casos de violencia contra alumnas y personal administrativo.

Ante la falta de acuerdos surgen las soluciones al paso: en la Escuela Nacional Preparatoria 9 se ha optado por clases extramuros, lo cual también es un recordatorio de todos los niveles de interés que están en juego.

En la condición de casa abierta de la UNAM, los saqueadores han aprovechado la brecha de una encrucijada para entrar; los enemigos, entonces, son dos: la violencia de género y los infiltrados.

Las causas necesitan el acompañamiento ciudadano para cumplir su objetivo de visibilizar el problema y poder atacarlo frontalmente. Nadie puede negar que la violencia de género existe, que las alumnas, maestras y trabajadoras de la UNAM tienen derecho a estudiar, trabajar y vivir libres y seguras. Hacia allá deben ir los acuerdos, constructivos.