En un templo budista al sur de Bangkok, un monje observa cómo una máquina presiona miles de botellas de agua antes de que salga, con gran estruendo, un gigantesco fardo de plásticos aplastados.
Este plástico se utilizará para hacer fibras de poliéster, que a su vez se convertirán en tela para las túnicas de color azafrán de los monjes.
El templo de Wat Chak Daeng es un excelente modelo de reciclaje para Tailandia. Los monjes han triturado 40 toneladas de plástico en dos años desde el inicio del programa, con el objetivo de frenar los desechos plásticos que entran en el río Chao Phraya, que fluye hacia el sur, hasta el golfo de Tailandia, en el océano Pacífico occidental.
“Estoy poniendo en práctica las enseñanzas de Buda, que también se pueden aplicar a la búsqueda de la solución a la crisis ambiental mundial”, dice Phra Maha Pranom Dhammalangkaro, de 54 años, abad del templo de la provincia de Samut Prakan.
A diferencia de la mayoría de los templos donde la gente da a los monjes comida y ropa, los devotos conducen sus bicicletas hasta aquí para ofrecer bolsas y botellas de plástico a cambio de las bendiciones de Phra Maha Pranom.
“Donar un kilo de botellas de plástico puede ayudar a hacer un juego completo de túnicas de monje, lo que tiene un alto valor de retorno, tanto en términos de dinero como de mérito”, dice el monje.
El templo ha producido al menos 800 juegos de túnicas, y hay más en proceso. Cada juego se vende entre 2.000 baht (65,79 dólares) y 5.000 baht (164,47 dólares), para seguir financiando el proyecto y pagar a los voluntarios que clasifican los desechos, muchos de los cuales son amas de casa, jubilados y personas con discapacidad de la localidad.
Tailandia es el quinto país que más plástico vierte a los océanos del mundo, según un informe del grupo estadounidense Ocean Conservancy. La lista incluye otras tres naciones del sudeste asiático y a China, el principal contaminador por plásticos.
“No solo los monjes están haciendo una contribución real al reciclaje, sino que están concienciando a sus comunidades”, dijo Chever Voltmer, director de Iniciativas sobre Plásticos de Ocean Conservancy.
Cuando Phra Maha Pranom se aventura en la comunidad, los aldeanos, tanto jóvenes como viejos, salen a contribuir con los plásticos. “Si no recoges estos plásticos, ¿dónde van a parar? A los estómagos de delfines, ballenas y muchos otros animales marinos. Después mueren”, les dice.
CS