Cuando los gobernadores del PAN se sentaron a comer con el presidente Andrés Manuel López Obrador, ya traían bajo el brazo un convenio con funcionarios del gabinete de Salud para implementar con cambios consensuados los lineamientos del Instituto de Salud para el Bienestar (Insabi).

Pero no, el Presidente no les dio margen. O todo o nada. O se hacían las cosas solo como él lo planteaba o no habría acuerdo. Los gobernadores opositores salieron de ahí sin nada.

Aun un presidente con los niveles de popularidad y de acumulación de poder como López Obrador debe privilegiar la negociación, no debe romper los puentes de comunicación con su oposición, así se trate de unos cuantos debilitados gobernadores panistas.

Pero ese ha sido el signo distintivo de este Gobierno. Si las cosas no se hacen como las quiere el Presidente no se hacen. Si van en contra de la realidad, es problema de la realidad.

Por eso es que fue tan oneroso para su administración estrenarse en el poder presidencial con la cancelación del aeropuerto de Texcoco. Tuvo todo el poder para imponer su personalísima visión, sin que nadie se pudiera oponer. Pero el costo del capricho de Santa Lucía ha sido extremadamente alto, aunque no lo quiera ver.

Y en esa tendencia de romper los puentes por buscar que todo el mundo comparta su visión de las cosas, ya prometió que literalmente va a destruir los puentes que unen los fines de semana con los días festivos acomodados a los lunes.

Es una visión personalísima del presidente de la República que si una fecha histórica no se festeja el día que marca el calendario cívico, entonces no cuenta. Es como el cura que se queja de las vacaciones de Semana Santa. Esa visión ortodoxa de las fiestas nacionales puede resultar en un daño adicional a la economía.

El Presidente está incómodo con que los días festivos se trasladen a los lunes, con lo que se arma un puente vacacional y con ello los niños ya no hablen de historia. Y si él está incómodo con ello, pues se quitan.

Suena a que se le acabó el gas a la chunga de la rifa del avión presidencial y que necesita algo con qué distraer a la masa. Pero si lleva a cabo su plan de eliminar los puentes vacacionales, va a causar un daño económico profundo a las actividades turísticas.

Por ejemplo, el puente de la Constitución que acaba de pasar dejó cifras históricas de turistas nacionales. Más de un millón 600 mil visitantes y un gasto de cuatro mil millones de pesos, cifras oficiales.

Si al Presiente le molesta que se arme el puente y quiere que la Constitución se festeje, por ejemplo, este año, en miércoles, va a afectar, más, la economía mexicana.

No veo a los niños muy contentos vestidos de Benito Juárez después de que les quiten el descanso del lunes 16 de marzo, para que festejen al benemérito el sábado 21, para que no se moleste el Presidente.

No puede la 4T romper todos los puentes de negociación, los políticos y menos los vacacionales.

                                                                                                                                                @campossuarez