Una vez que culmina la ceremonia de entrega de los premios Oscar, vienen las celebraciones, que en Hollywood adquieren carácter de legendarias, sobre todo las fiestas a las que acuden los triunfadores, los que hicieron historia, como el elenco de Parásitos, la gran ganadora de la edición 92 de los galardones más importantes del cine mundial.

 

Al término de la ceremonia, arrancan los festejos con la fiesta que organiza la Academia, la famosa Governors Ball, a donde llegan, estatuilla en mano, los que traspasaron la lista de nominados. Una crónica del periódico El País, refiere que, en una esquina, Brad Pitt, quien se lleva un Oscar por primera vez, celebra con amigos.

 

En otro rincón del sitio está, Tom Hanks, que, aunque no ganó, se concentra en su ensalada de berenjena con arroz negro. Mientras, en un pasillo, todavía con su estatuilla en la mano, Joaquin Phoenix abraza a Adam Driver, otro de los que no se llevó premio.

 

Dice el relato del diario español que “Phoenix inclina tanto la cabeza y balbucea algo de un modo tan afectado, que casi parece que le estuviera explicando a su compañero los trucos de su personaje en ‘Joker’”.

 

Para el equipo de Parásitos, todo era abrazos y felicitaciones. Durante la ceremonia, al recibir el premio como Mejor Película, el director de la cinta Bong Joon-ho, dedicó el galardón a Martin Scorsese y a Quentin Tarantino.

 

El cineasta coreano los llamó maestros, lo que provocó el alarido del teatro Dolby, que se doblegaba ante la modestia del creador. El elenco de la cinta ganadora abandonó la fiesta oficial temprano.

 

Siguiendo al director de la cinta, todos caminaron “con cuatro estatuillas en la mochila y rumbo al barrio coreano de Los Ángeles, a seguir los consejos de Spike Lee: “Vamos a emborracharnos, pero con soju, el sake coreano”.

 

MFBG