Algo ha sucedido en los últimos lustros que hoy nuestra sociedad se encuentra en un perceptible estado de descomposición. Los crecientes feminicidios y la situación de indefensión de otros sectores vulnerables son uno de los múltiples ejemplos de que las cosas se han salido de control.
Pareciera que cada semana México toca fondo. El último episodio en esta amarga historia es el caso de la niña Fátima, una pequeña que fue sustraída de su escuela en condiciones inexplicables y cuyo cadáver apareció seis días después en el sur de la Ciudad de México, en una bolsa y con evidentes señales de tortura.
Este caso se suma a una larga lista de feminicidios registrados en todo el país, algunos más visibles que otros, indignantes todos y cada uno de ellos. El número de ejecuciones por razones de género no ha dejado de crecer, con un incremento de 135% en los últimos cinco años. En 2015 se registraron 426 casos, en 2016 fueron 642, en 2017 se tuvo conocimiento de 765, en 2018 la cifra alcanzó 912, mientras que en 2019 se llegó a un triste récord de 1,006 asesinatos.
Ante esta realidad, queda claro que las diferentes estrategias para combatir este fenómeno, los presupuestos destinados para evitarlo, los discursos de la clase política y las condenas de las diferentes autoridades ante casos que lastiman a la sociedad han sido insuficientes.
En la geografía de culpas en la que nuestro país se encuentra inmerso desde los últimos años, resulta ociosa y poco productiva la búsqueda de las y los responsables del crecimiento desmedido de los feminicidios. La verdadera respuesta se encuentra en el conjunto de la clase política (todos los partidos han sido Gobierno en el orden federal, estatal y municipal), en los medios de comunicación y en la sociedad misma.
Es ahí, en ese conjunto, plural y diverso que es México, donde se halla el mejor camino para lograr una solución a este fenómeno. Es imperativo dejar atrás los discursos divisorios y se impone la adopción de un acuerdo nacional para establecer una verdadera hoja de ruta que saque al país de esta pesadilla. Qué mejor mensaje para la sociedad y para el mundo, que comienza a cuestionar la situación en la que nos encontramos, que la unión de Gobiernos, partidos, medios y empresas para evitar y combatir estos crímenes.
De no lograr una unión, sólida y plural, los casos como el de Fátima o de miles de mujeres más seguirán ocurriendo hasta que nosotros mismos, como sociedad, perdamos la capacidad de indignación. Esa sería la más triste de las situaciones en esta lamentable página de nuestra historia.
Segundo tercio. Nada puede justificar las expresiones radicales de un reducido grupo de feministas que, aprovechando la ola de indignación por el incremento de ejecuciones por motivo de género, realizan actos que atentan contra el patrimonio nacional.
Tercer tercio. En una entrevista con El Financiero, el presidente de la Red por los Derechos de la Infancia, Juan Martín Pérez, reveló que todos los días son asesinados en el país al menos 3 menores de edad y se registra la desaparición de siete más. Preocupante cifra.
@EdelRio70