En el video aparece un hombre masturbándose, debajo de la imagen leemos la frase: “¿Me mandas de nuevo tu video de ayer? ¡Qué senos!”. No se trata de cualquier mortal. El protagonista de la secuencia no es ni más ni menos que Benjamin Griveaux, uno de los colaboradores más cercanos de Emmanuel Macron, ex portavoz del Gobierno y hasta la difusión del escandaloso material, el candidato del Presidente a la alcaldía de París. Como por arte de magia, el alboroto estalla en plena campaña de las elecciones municipales francesas, en la que Macron recibe un golpe adicional, en este caso concreto, particularmente humillante.
El video salió a la luz hace unos días en un sitio clandestino con sede en Estados Unidos y en cuestión de segundos inundó las redes sociales provocando un tsunami político sin precedentes en Francia, esta Francia que tanto se vanagloriaba de no mezclar la vida pública y privada en el mundo de la política. ¿Cómo no acordarse de las burlas que ocasionó en el país galo el caso Clinton-Lewinsky, o las constantes caídas de funcionarios políticos anglosajones por videos sexuales (vistos aquí como signos del puritanismo ridículo). Nadie se agitaba en exceso por las historias sentimentales extramaritales de los presidentes Jacques Chirac, Nicolas Sarkozy o François Hollande. Nadie podía imaginar siquiera que una relación sexual consentida entre dos adultos pudiera destrozar carreras de alguna figura política. Y sucedió lo inconcebible.
Por primera vez en el país galo, la esfera íntima quedó fuera de la inviolabilidad.
Lo más insólito de esta historia es que detrás de la llamada “americanización” de la vida pública francesa está un ruso, Piotr Pavlenski, un controvertido artista disidente ruso de 35 años originario de San Petersburgo, refugiado en Francia desde 2017. Pavlenski no dio espacio a elucubraciones. De inmediato reconoció haber filtrado el material, sin olvidar añadir el objetivo de su acto: quería denunciar la “hipocresia repugnante” de Griveaux -42 años, casado, padre de tres hijos- , que elogia los valores familiares tradicionales en la arena pública, y en privado los ignora. Efectivamente, Griveaux era el único candidato que hablaba de su familia en los medios para ganarse la simpatía de los parisinos.
Si bien casi toda la clase política francesa calificó como “un acto odioso” la difusión del video en cuestión, Griveaux se vio obligado a tirar la toalla en plena batalla de París, a 30 días de los comicios municipales.
A los que se inclinan automáticamente a pensar que aquí hay una trama rusa, les aportamos dos informaciones significativas. Resulta que la destinataria de los porno mensajes era la actual novia de Pavlenski, Alexandra de Taddeo, una joven estudiante francesa de Derecho de 29 años, que asegura sentir una gran fascinación por Rusia. En 2018, cuando Griveaux grabó el video, ejercía como vocero del Gobierno y se encontraba realizando un viaje profesional. De Taddeo jugaba el papel de su amante virtual.
¿Estamos frente a una pornovenganza o a un montaje para debilitar aún más a Macron, ya suficientemente fragilizado por más de un año de furia de los chalecos amarillos y varias semanas de huelgas masivas contra la reforma de las jubilaciones?
¿El ruso actuó sin cómplices, entraron en juego los viejos métodos “a la soviética”? Las hipótesis se multiplican a la misma velocidad que la de la madeja que se enreda. En el rocambolesco culebrón surgió otra figura de peso, la de Juan Branco, 30 años de edad, abogado del mismísimo fundador de WikiLeaks, Julian Assange, y además, ferviente defensor del movimiento de los chalecos amarillos. Branco y Pavlenski se conocieron a finales del año pasado. Entre ambos hombres hubo química. Antes de publicar el video en Internet, el ruso consultó con el joven jurista.