Los miembros del gabinete pueden estar tranquilos.
Podrán durar el sexenio, salvo una desgracia, por dos razones.
La primera:
El poder nacional está concentrado en el Presidente por voluntad propia y difícilmente los errores cobrarán daños a los secretarios de Estado.
Ejemplos sobran.
La inseguridad crece exponencialmente y todos los titulares del sector mantienen sus cargos, su glamour y sus recortados ingresos.
Por ejemplo, nadie ha pagado por el pésimo operativo para detener a Ovidio Guzmán López, hijo de Joaquín El Chapo Guzmán, en octubre del año pasado.
Los feminicidios, hoy causantes de la movilización nacional de mujeres aglutinado en Un Día sin Nosotras, no encuentra solución.
Esto genera expectativas sobre la respuesta oficial a través de la secretaria de Gobernación, Olga Sánchez Cordero, quien ayer reivindicó la movilización de género.
Pero el tema es la inamovilidad del gabinete.
Si se fue Josefa González Blanco Ortiz Mena de la Secretaría del Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat) tras retrasar el avión, fue por consejo de su padre Salomón González Blanco, un hombre de Estado.
Y MARÍA LUISA TAN CAMPANTE…
Hoy el turno sería de María Luisa Albores, hija de otro priista, faltaba más.
Ella destituyó sin previo aviso ni reconvención al tabasqueño Javier May Rodríguez como subsecretario de la Secretaría del Bienestar.
Un hombre de mucho poder, pues tenía a su cargo el programa Sembrando Vida, de mucha pompa y cortos resultados: apenas 14% de metas en 2019.
Pero sobre todo amigo de ya saben quién y aquí se percibe la inexistente sensibilidad de la titular de esa dependencia, la señora Albores.
Todos sabemos el resultado: el Presidente rechazó la renuncia de May Rodríguez, lo reinstaló en el cargo, le devolvió su poder… y reversa general.
No de manera simple para considerarlo grilla palaciega, sino con un decreto presidencial para revertir el decreto secretarial.
¿Hubiera sucedido esto antes?
Jamás.
Ninguno de los ex presidentes anteriores toleró indisciplina igual y era despedido con exhibición pública como Miguel de la Madrid a Jesús Silva Herzog, o él se iba por dignidad nacional.
En estas condiciones, quizá May Rodríguez ya fuera secretario de Estado.
Pero como bateador, está en turno de espera de la señal del mánager.
¿EL ESPIONAJE SERÁ MONTAJE?
Las denuncias de espionaje son muy viejas.
¿Se acuerda usted cuando el Gobierno de Cuauhtémoc Cárdenas mostró aparatos supuestamente dejados por la administración de Óscar Espinosa Villarreal?
No llevó a nada.
Hay muchos ejemplos más, pero ahora debemos concentrarnos en el señalamiento de la bancada de Acción Nacional (PAN) en el Senado.
Hábil en idas y traídas de la política, Ricardo Monreal de inmediato pidió la presencia de agentes de la Fiscalía General de la República (FGR) y se comunicó con Alejandro Gertz Manero.
El primer descubrimiento fue la alteración de la escena: habían arrancado cables y micrófonos, llenaron de huellas digitales y no resguardaron las oficinas.
Por eso ayer los legisladores del Movimiento de Regeneración Nacional (Morena) coreaban.
-¡El montaje del PAN, terminó en montaje!
Esperemos el final, a ver quién ríe más fuerte.