El Covid-19 se multiplica de forma exponencial y aparentemente poco controlable, por lo que la Organización Mundial de la Salud (OMS) declaró a esta nueva cepa de coronavirus una pandemia, con presencia en 144 países y más de 153 mil casos confirmados.
La “curva exponencial” de contagios ha obligado a los gobiernos de diversos países del globo a tomar medidas restrictivas, sobre todo en Europa, que ahora es considerada el epicentro de la enfermedad.
El aislamiento en grandes ciudades de China, Italia o España ha sido criticado por algunos especialistas, aunque ha resultado efectivo en algunos casos, muestra The Washington Post en un análisis sobre la evolución de la enfermedad en un simulador.
El análisis refiere cuatro situaciones: el contagio en la rutina regular de las ciudades; tras una cuarentena impuesta y después liberada; en comunidad con movimiento más controlado y por último, la imposición del aislamiento social, que implica quedarse en casa a menos que sea sumamente necesario salir.
En una hipotética población de 200 personas y sin contar las muertes que podría causar la enfermedad, Harry Stevens, autor de la simulación, señala en el escenario inicial que después de que aparece el primer infectado, el número de contagios sube, con el tiempo, a unos 170, y al llegar al punto de mayor número de personas diagnosticadas, comienza la cifra de pacientes que se recuperan.
En este escenario todos enfermaron en diferentes momentos y necesitan iniciar su recuperación, lo que podría sobrepasar la capacidad del sistema de salud de las naciones en las que se presente esta modalidad.
En la segunda simulación, con una cuarentena forzada a una parte de la población y el resto en movimiento libre, la mayoría de los “cuarentenados” se contagia y al terminar el periodo algunos de los que salen pueden contagiar a otros, pero las infecciones llegan a los 200 sin un único pico.
Con la cuarentena el impacto se dan en dos curvas de 80 personas enfermas por cada uno, aproximadamente, pero el sistema de salud no queda tan rebasado.
La tercera opción es la de seguir las recomendaciones de no acudir a sitios muy concurridos, mantenerse el mayor tiempo posible en casa, lo que implica trabajar desde ahí, los que puedan, y no acudir a escuelas, eventos deportivos o conciertos.
El estudio demuestra que aquellos que se niegan a seguir las indicaciones de salubridad o que simplemente no pueden practicarlas por las condiciones de su trabajo, son los más propensos a enfermarse.
En la misma población de 200 habitantes, con esta medida, más de 60 personas serían declaradas sanas durante la expansión de la enfermedad, más de 80 adquirirían la enfermedad pero se recuperarían de ella y alrededor de 50 continuarían enfermas, lo que hace más controlable el contagio.
Cuando la recomendación no es suficiente y el gobierno decide cerrar por completo centros de reunión como plazas, restaurantes o bares y se toma como recomendación el “distanciamiento social”, que implica confinamiento de la mayoría en sus hogares, como lo que han impuesto Italia y España, se produce un nuevo escenario.
En este alrededor de 60 de las 200 personas adquieren la enfermedad pero aproximadamente 40 se recuperan y el resto no se contagia, lo que la vuelve controlable para el sistema de salud.
Esta simulación no proyecta exactamente el avance del coronavirus en su nueva cepa, pero sí demuestra el posible avance de una enfermedad contagiosa en diversos escenarios con una población pequeña.