@guerrerochipres
Importan las víctimas e importa la acción para prevenir a otros de serlo, por supuesto.
Sin embargo, junto a la pandemia, nos contagian más peligrosamente –hasta ahora– los rumores y fake news.
Hay una gran paradoja: está disponible mucho más información y mayor vulnerabilidad a la información falsa. Los siguientes factores están en el ambiente como los virus y condicionan la lectura de los datos provenientes de la autoridad.
Uno, la negativa de reconocer poder y libertad ciudadana para que, en la medida permitida por información de calidad, criterio equilibrado y despliegue de albedrío, decidamos acudir o no a espacios colectivos inocuos con las debidas precauciones ya conocidas y basadas en la sana distancia.
Está en nuestras manos resguardarnos del posible contagio y de compartir cadenas de datos sin corroborar, dirigidos a lastimar la credibilidad de la autoridad en vez de respaldar su función coordinadora en toda situación de emergencia.
Dos, existe predisposición a la desconfianza respecto de un Gobierno antipático a cierto sector determinado a expresar mayor acidez e irritación que la manifestada en contraste contra los gobiernos de países de donde proviene el contagio; aquí, asume que la responsabilidad es exclusiva del Estado y de la incompetencia atribuida a sus responsables y no a la propia lógica evolutiva de la pandemia.
Tres, la pertenencia a una zona de asignación de sentido, desde lo periodístico y lo digital, en que puede evidenciarse más predisposición a señalar las fallas que a corroborarlas.
La propagación de datos falsos en redes sociales y medios es una prueba de cierta tendencia social hacia la conversación acerca del caos. Existe cierto afán, incontrolado, de no ser dejado fuera de las tendencias: FOMO le llaman los psicólogos por sus siglas en inglés (Fear Of Missing Out).
Desde la detección de los primeros enfermos se intentó sembrar el rumor de que en México se maquillaban las cifras respecto a los casos y se dijo que había una crisis de mayor escala. “Tengo un tío que tiene un cuñado que es médico y sabe mucho de esto”, dicen ya decenas de memes.
Se habló hace 48 horas del falso fallecimiento de José Kuri Harfusch, de 71 años. Era “zopiloteadamente” —expresión del presidente Andrés Manuel López Obrador— la demostración absoluta de fallas de previsión y contradicciones atribuidas al Gobierno. Ahí estaba la prueba: era la primera víctima mortal por el Covid-19 en México.
Sabemos ahora que el paciente padece además “enfermedades subyacentes”, gracias a la información proporcionada por la secretaria de Salud local, Oliva López Arellano, en la conferencia de prensa encabezada por la Jefa de Gobierno, Claudia Sheinbaum.
Ojalá que en lugar de rumores y fake news se propagaran previsión, cautela y responsabilidad.
No se necesita supervisión del Gobierno para actuar con sentido común en nuestro espacio privado y nuestro círculo cercano; sí necesitamos confiar en la autoridad para reducir la epidemia. Ojalá que juntos prevengamos, nos informemos y nos cuidemos, en lugar de contribuir a la histeria y pánico colectivos.