De los peligros propios de la enfermedad covid-19 lo que vale son los cuidados personales, en caso de contagio se podría requerir de los servicios médicos que provee, en su gran mayoría el estado. Y de las medidas necesarias para paliar los graves efectos financieros y económicos que esta pandemia traerá se necesita, sin duda, de la actuación de las autoridades.
Si no salimos de casa, si nos lavamos las manos constantemente y tomamos medidas de distancia social minimizamos los riesgos. Habrá que ver la capacidad de respuesta del estado cuando se multipliquen los casos de contagio y se abarroten los centros de salud.
Pero lo que queda cada vez más claro es que no hay una autoridad que actúe con liderazgo para encabezar la recuperación económica que debe seguir a la crisis en la que estamos inmersos.
Hay que darle las gracias al subsecretario de Prevención y Promoción de la Salud, de la Secretaría de Salud, Hugo López-Gatell Ramírez, claro por darnos sus cifras, pero sobre todo por permitirnos tener la claridad que en este momento el país cuenta con un líder espiritual, más que un estadista.
La fuerza del presidente, dijo el médico López-Gatell, es moral, no de contagio. Con esas simples palabras echó por tierra sus propias recomendaciones, todo por no tener el valor de decirle al presidente Andrés Manuel López Obrador que su insistencia de mantener sus mítines políticos es de alto riesgo.
No solo porque su persona hace que se concentren miles de personas en torno a él, sino por el contacto físico que él mismo propicia, algunos de dudosísima conveniencia, y además porque el propio presidente López Obrador pertenece a un grupo de alto riesgo: por edad, por la preexistencia de males cardíacos y por su hipertensión arterial.
Al mismo tiempo, el jefe del ejecutivo invoca a la fe como estrategia para que no nos hagan nada ni los infortunios ni las pandemias.
Y ante los banqueros en su convención asegura que hay inmejorables condiciones para crecer.
Los que siguen ciegamente los dichos presidenciales simplemente se apegan a esa fe de que todo va a estar bien y siguen el consejo de que no pasa nada con el coronavirus y que hay que seguir abrazándonos.
Son los mismos que publican esos disparates, como los de la Conade, que minimizan la enfermedad covid-19 y pide actuar como si nada. En línea total con los besos y abrazos presidenciales.
Y en la parte económica, la realidad de ver los mercados sumergidos en el caos, con los dólares a 23 pesos y las bolsas de valores en pleno derrumbe, no se contrarresta con las palabras habituales de no somos iguales y combatimos la corrupción.
La manera de contener los contagios y de paliar los efectos en la economía tras la pandemia de coronavirus covid-19 no es con la fuerza moral que cree tener una persona, es con acciones de gobierno sensatas y que aumenten la confianza de los ciudadanos.
@campossuarez