José Ureña

Los empresarios del ramo podrían llamarla nacionalización.

Mejor llamémosle mexicanización.

En comisiones del Senado se aprobó ayer la obligación de todas las plataformas digitales de ofrecer al menos 30% de contenidos mexicanos.

Nada nuevo ante políticas de las potencias.

Europa, por ejemplo, lo decidió hace tres años y ha sido de gran relevancia en múltiples sentidos, tanto para el impulso de la creación como comercial e histórico.

En estos momentos, cuando de Italia a España y de Alemania a Francia han tomado medidas restrictivas por la pandemia del coronavirus, se ve la trascendencia.

Encerrada por necesidad en sus hogares, la gente ha optado por ver contenidos locales ofrecidos vía streaming por por las plataformas digitales.

Según sus estadísticas, se ha incrementado el consumo de producciones nacionales en más de 20% en perjuicio, allá y acá, de Estados Unidos.

A EMULAR LA ÉPOCA DE ORO

Resultados previsibles pueden pensarse para México.

Aunque haya temores sobre un eventual impedimento para ver plataformas de las potencias, la tendencia es precisamente contraria.

Arriba mencionábamos ventajas para el desarrollo de la creación mexicana.

Como los contenidos audiovisuales son esencialmente una industria cultural, en todas las naciones se impulsan políticas para alentar la creatividad doméstica.

Apoyo necesario ante el poder desmedido de las producciones estadounidenses, con el beneficio adicional de llevar la cultura nacional a todo el mundo.

Quizá estemos ante otro momento similar a la época de oro del cine mexicano, dada la gran cantidad directores, actores y cineastas de estos tiempos.

Por todo esto es de mucho significado la decisión del Senado de buscar un equilibro entre los creadores y el talento mexicanos y los extranjeros.

Tecnológicamente también se impulsará a las audiencias de las plataformas digitales, con crecimiento exponencial en estos meses aciagos de encierro y coronavirus.

EL GOBIERNO INICIA EL PARO

1.- Cuéntelo bajito para evitar arrepentimientos o reproches:

Varias dependencias han tomado la decisión de suspender, al menos parcialmente, sus actividades para la semana próxima.

La razón es única: en todos lados hay temores a la expansión del coronavirus a niveles exponenciales entre la burocracia.

Si el pulso político/periodístico es correcto, estamos ante el inicio del paso a fases siguientes -2 y pronto 3- y de la paralización de actividades a mayor escala.

Es cuestión de horas.

Quizá este viernes se dispense de acudir a las oficinas de Gobierno a mayores de edad –de 60 años-, mujeres embarazadas, madres solteras y enfermos crónicos.

Luego se reduciría la presencia de todos los empleados federales hasta dejar únicamente guardias en las dependencias cuyos servicios son indispensables.

Y tal vez en estos solamente quepan la atención médica y de protección civil.

Y 2.- A despecho de la tendencia federal, estados y municipios dictan sus propias políticas con autonomía.

El mejor ejemplo se da en Oaxaca, donde el gobernador Alejandro Murat se ha adelantado y dictó un paquete de medidas para proteger la planta económica y el empleo.

Incluye, ¡oh sorpresa!, descuentos hasta de 50% en determinados impuestos en base a las declaraciones ante el SAT.

La alcaldesa de Acapulco, Adela Román, de plano ya cerró centros comerciales, restaurantes y bares en plena Cuaresma.

Muchas vidas se los agradecerán.

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