Sin duda, el coronavirus está poniendo a prueba nuestro sistema. La evidencia está en que Asia tiene mejor controlada la pandemia que los países europeos.
Mientras que en Taiwán y en Hong Kong se registran a penas 195 y 356 casos, respectivamente (hasta el lunes 23 de marzo); donde incluso China no ha registrado ni un solo caso nuevo durante varios días.En Alemania y España, tras un periodo más breve, hay confirmados 29 mil 056 y 33 mil 089 casos.
Adicionalmente, Estados Unidos se ha convertido rápidamente en el tercer país con más casos de coronavirus confirmados a nivel mundial, con más de 41 mil personas infectadas.
Por un lado, hemos visto que la respuesta inmediata ante la pandemia de las naciones occidentales ha incluido acciones como el cierre parcial o total de las fronteras y la prohibición de entrada a extranjeros, que han tenido un impacto negativo en los mercados y la economía mundial.
Por otro lado, en Wuhan, China —la ciudad en donde surgió la enfermedad—, se formaron miles de equipos de investigación digitales que se han dedicado a buscar posibles infectados basándose solo en datos técnicos. Es decir, a través de los grandes datos o Big Data, las autoridades han podido localizar quiénes son potenciales infecados, quiénes tienen que seguir siendo observados y eventualmente quiénes tienen que ser aislados en cuarentena.
Ante esto y tomando en cuenta lo anterior, es imposible no preguntarse ¿qué ventajas tiene el sistema político asiático sobre el occidental que han permitido un combate más eficiente de la pandemia? En primer lugar, en Asia existe una mentalidad autoritaria que proviene de su tradición cultural, por lo que las personas son más renuentes y obedientes que en Occidente.
En segundo lugar, hay más confianza en el Estado por parte de la población, lo cual incentiva una vida cotidiana más organizada y estricta. Finalmente, el sistema asiático apuesta fuertemente por la vigilancia digital, lo que significa que en Asia, las epidemias no las combaten solo los virólogos y epidemiólogos, sino también los informáticos y los especialistas en Big Data.
Adicionalmente, en el caso específico de China, no hay momento de la vida cotidiana que no esté sometido a observación debido a la infraestructura para la vigilancia digital con la que se cuenta y el amplio intercambio de datos que se produce entre los proveedores de Internet y telefonía móvil y las autoridades.
En resumen, en ese país no existe la protección de datos, lo cual ha permitido una mayor recolección de los mismos y su procesamiento ha resultado en una mejor y más eficiente contención de la enfermedad. No obstante, debido al sistema democrático que impera en Europa y en Occidente, en general, y a causa de la protección de datos y el derecho a la privacidad; no es posible un combate digital del coronavirus comparable al asiático.
Sin embargo, la conmoción que ha causado el COVID-19 es un buen momento para pensar en modificar el actual sistema de control de los datos personales.
Quizá, incluso cambiar las definiciones tradicionales de soberanía y poder político; los cuales ya no pertenecerán tanto al gobierno que controle la mayor cantidad de fronteras físicas, sino el que cuente con la mayor cantidad de información y datos sobre población, lo cuales le permitan actuar de manera inmediata ante una contingencia de cualquier tipo. Es claro que los gobiernos y las sociedades occidentales no están dispuestas a sacrificar derechos y libertades por el autoritarismo, pero la experiencia del coronavirus es una llamada de atención para los gobiernos y sus prácticas.
De este modo, el Big Data puede resultar más eficaz para combatir el coronavirus que los cierres de fronteras que en estos momentos se están realizando. Es claro que hay que construir las condiciones en nuestros países occidentales, si es que no queremos quedarnos atrás de todas las herramientas que nos puede proporcionar el Big Data en este tipo de pandemias o en otro tipo de funciones. Consecuentemente, todo indica que con relación al COVID-19 y otras contingencias que pudieran surgir, el futuro está en la digitalización.
PAL